Azul: defendiendo los derechos del pueblo Amazigh en todo el mundo

¿Conoces el trabajo de Azul, nuestra organización miembro de Marruecos? Entrevistamos a una de sus fundadoras, Amina Amharech, quien nos compartió la historia de la organización, sus principales áreas de trabajo y las estrategias que adoptan para enfrentar los desafíos. Para saber más sobre Azul, lea nuestro artículo sobre una de sus mejores prácticas de resiliencia.

¿Puedes contarnos brevemente la historia de la organización?

En 2012, algunos amigos y yo éramos miembros de un grupo de Facebook dedicado a la poesía Amazigh, que es un elemento esencial de nuestra cultura. La poesía es para nosotras/os un medio para expresarnos y describir nuestra vida, nuestras condiciones socioeconómicas y nuestra cosmovisión. Lamentablemente, cada vez que intentábamos discutir un tema y analizar los textos para entender sus contextos, el administrador del grupo de Facebook decía: “No digas eso, porque eso es político”.

Había mucha censura, así que en 2013 decidimos dejar ese grupo y crear otro en el que cada persona Amazigh pudiera venir, compartir, debatir, decir lo que piensa sobre la situación actual y contar sus historias, así como las historias de sus comunidades y familias y de las tribus.

A partir de ese momento empezamos a realmente analizar la situación, las condiciones, los hechos históricos y los fenómenos socioeconómicos que nos afectan. También comenzamos a hablar de por qué los Amazigh nos sentíamos mal con nosotras/os mismas/os y por qué hay tanta discriminación, pobreza y exclusión socioeconómica de las y los Amazigh que viven en las montañas y en el campo.

También hablamos de la colonización, de lo que trajo el Protectorado sobre Marruecos en términos de organización administrativa y cambios en la legislación, ignorando las leyes Amazigh, y de cómo fuimos despojadas/os gradualmente de nuestras tierras a través de leyes extranjeras.

Luego planteamos la cuestión de nuestra responsabilidad, es decir, cómo nosotras/os del pueblo Amazigh debemos reaccionar y qué podemos hacer contra esta exclusión y discriminación. A través del grupo realizamos campañas de solidaridad con comunidades que estaban pasando por dificultades y campañas de resistencia de los saberes ancestrales, entre otras acciones en las que cada persona ayudó con lo que pudo.

En 2016, fui a Ginebra para participar en el Mecanismo de Expertos de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (MEDPI/EMRIP) e hice declaraciones sobre la situación de los Amazigh en Marruecos tal como la entendíamos colectivamente en el grupo.

Llegamos a la conclusión de que las leyes nacionales no podían proteger al pueblo Amazigh y, por tanto, teníamos que buscar otro enfoque. Elegimos el camino de las Naciones Unidas y la defensa de derechos a nivel internacional.

A partir del grupo de Facebook, pasamos a funcionar como una red Amazigh donde había personas con roles institucionales con las cuales organizamos conferencias, reuniones y acciones conjuntas, pero también activistas de base sin rol institucional que deseaban defender su identidad y sus derechos de la mejor forma posible.

¿Cuáles son las principales líneas de trabajo de la organización?

Las principales áreas de trabajo de Azul surgen de las reflexiones realizadas por el grupo y las prioridades que surgieron del mismo.

Hay temas principales, como el derecho a la tierra y a los recursos naturales, que son elementos esenciales para las y los Amazigh como pueblo indígena. Pero también hay otros igualmente importantes, como hacer frente a la discriminación lingüística, la marginación socioeconómica, la falta de acceso a la salud y a la educación, la denegación de los registros de nacimiento con nombres Amazigh, el aislamiento… Todas consecuencias de leyes nacionales de inspiración colonialista y neocolonialista.

Los problemas que enfrentamos son acumulativos y están interconectados. Una persona Amazigh cuya tierra ha sido expropiada es una persona desarraigada y una víctima vulnerable de la asimilación forzada.

Por supuesto, siempre que hablamos de los derechos del pueblo Amazigh, hablamos de las mujeres, que están en el centro de nuestros derechos colectivos, y de los jóvenes, que son nuestro futuro. Las mujeres son las más afectadas por las consecuencias de las políticas pasadas y actuales y por la discriminación institucional, religiosa y socioeconómica.

Nuestra red cubre prácticamente toda la región de Marruecos, pero entre nosotras/os también hay Amazigh de Túnez, Argelia, Libia y de la diáspora, así como amigas y amigos extranjeras/os que apoyan nuestra causa.

Algo que es muy importante para nosotras/os es seguir escuchando a las comunidades y asegurarnos de que nadie se sienta sola/o o aislada/o. El colonialismo siempre se ha construido sobre el principio de “divide y vencerás” y debemos permanecer unidas en solidaridad unas con las otras y en torno a nuestra causa.

Cuando las comunidades están aisladas y la información no circula, las personas pueden ser expropiadas en un tiempo récord. Nuestro papel en Azul es mantenernos informada/os por los miembros de la red y procesar la información recibida antes de publicarla para movilizar la opinión pública o utilizarla en la incidencia política.

Además de utilizar las redes sociales, que nos permiten comunicarnos y mantenernos informadas/os, en ocasiones viajamos y salimos a visitar comunidades. Mientras tanto, permanecemos vigilantes y preservamos nuestra seguridad, lo cual es una enorme responsabilidad.

¿Cuáles son los principales desafíos que enfrenta Azul y cómo resisten y se organizan?

Como ocurre con todos los pueblos indígenas del mundo, los desafíos enfrentados por Azul y por el pueblo Amazigh son múltiples. Porque cuando hablamos de tierra hablamos de empoderamiento, de derechos socioeconómicos, de preservación de conocimientos, de tradiciones, de los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible), de cambio climático, de ecosistemas, de biodiversidad, de desplazamientos forzados e inmigración.

Para comprender los desafíos, debemos ver las cosas desde un punto de vista global y multidimensional. Cuando hablamos de pérdida de derechos sobre tierras y territorios, esto implica inevitablemente la pérdida de formas de vida, cultura, lengua y también la pérdida de identidad.

Sin el derecho a gestionar nuestros recursos naturales, no podemos ser económicamente autónomas/os, ni garantizar la sostenibilidad de estos recursos, que están en peligro de extinción.

Nos enfrentamos al cambio climático y a las consecuencias de las actividades extractivas y de las políticas públicas agrícolas que consumen mucha agua y, sobre todo, de las leyes colonialistas que nos desposeyeron durante más de un siglo y dañan el funcionamiento de la sociedad Amazigh, que es tradicionalmente matriarcal.

Muchas cosas se han perdido en nuestra cultura, como los conocimientos tradicionales y los sistemas de gobernanza y gestión del pueblo Amazigh. Y entre las formas de resistencia para afrontar estos desafíos, consideramos fundamental practicar la solidaridad, que es uno de nuestros valores.

A través de Azul organizamos operaciones y campañas solidarias para apoyar a comunidades en situaciones difíciles y también para revivir conocimientos ancestrales como el trabajo con la lana y la “Tiwiza” (trabajo comunitario) en el campo, ayudando a pequeñas/os agricultoras/es a preservar semillas endémicas y evitar los transgénicos.

Otro desafío importante es la seguridad de las comunidades y la protección de las y los defensoras/es de los derechos humanos. Desde la pandemia, hemos visto un retroceso en materia de derechos humanos que pesa mucho en nuestra vida diaria.

Todos estos desafíos no nos desaniman. Nos permiten tener aún más fuerzas para seguir luchando por nuestros derechos y no dejar como legado a nuestras/os hijas/os los mismos traumas que vivimos. Esta esperanza de una vida mejor para las generaciones futuras nos mantiene vivas/os y es nuestra fuerza motriz.

Gracias a nuestra incidencia internacional, pero también gracias a los valores transmitidos por Azul y todos sus integrantes (los “Azuliens”), hoy tenemos muchas/os amigas/os de todo el mundo que se solidarizan con nosotras/os, valoran lo que hacemos, nos apoyan y respetan nuestra lucha.

Esta solidaridad también es muy importante para nosotras/os. Somos un pueblo pacifista y nos solidarizamos con todas las personas de la Tierra que viven lo mismo que nosotras/os. Nuestras condiciones nos acercan a otros pueblos indígenas de todo el mundo, a quienes nos unimos para defender sus derechos a nivel global. A pesar de las diferencias de idiomas, regiones, religiones, colores, países, etc., enfrentamos problemas similares a los de otros pueblos indígenas.

El último desafío está vinculado al contexto postpandemia de Covid, cuando vimos la regresión de los derechos de los pueblos indígenas, pero también de todos los derechos humanos y comunitarios. Una crisis combinada con la crisis económica que enfrentan las familias. Esto lleva inevitablemente a muchas personas a volverse cada vez más discretas y tratar de pasar desapercibidas. La gente teme por su seguridad y lo entendemos muy bien.

Para afrontar todos estos retos, trabajamos duro en la creación de redes. Hoy tenemos fuertes alianzas internacionales y buenas relaciones con otras organizaciones. También ponemos nuestro conocimiento y experiencia a disposición de otras organizaciones e investigadoras/es universitarias/os que estudian temas que nos interesan.

Por ejemplo, trabajamos en asociación con la plataforma Traab, liderada por la doctora en sociología Soraya El Kahlaoui, quien desarrolla un importante trabajo en temas de tierra. En este proyecto, que consiste en una aplicación para mapear casos de expropiación, recopilamos información sobre conflictos de tierras para identificar comunidades afectadas, mapear el problema de manera integral y amplificar las voces de las comunidades desplazadas. De esta manera, abordamos el problema de la falta de datos sobre el tema y permitimos que las mujeres, en particular, hagan escuchar sus demandas.

También contribuimos con información a relatoras/es especiales e informes nacionales e internacionales, como el Examen Periódico Universal (EPU) de las Naciones Unidas, con aportes sobre los derechos del pueblo Amazigh.

Estos informes son una excelente alternativa ante la falta de recursos financieros y nos permiten mantenernos conectadas/os, activas/os y proactivas/os, evitando tanto tener gastos como poner en riesgo a personas defensoras de derechos humanos. No olvidemos que nuestra hermana Kamira Nait Sid sigue encarcelada en Argelia por defender la causa Amazigh.

Para prevenir este tipo de incriminaciones abusivas nos remitimos a la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, que hasta la fecha es el único texto legal global que defiende nuestros derechos, además del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Recomendación General 39 de la CEDAW para mujeres y niñas indígenas.

¿Cómo la Plataforma Feminista por la Tierra y los Territorios contribuye al trabajo de Azul?

Por supuesto, así como hay desafíos, siempre hay oportunidades, como ser parte de redes y plataformas internacionales que nos dan visibilidad y nos permiten conocer otras organizaciones que viven los mismos problemas y con quienes intercambiamos conocimientos, experiencias y buenas prácticas.

Azul se unió a su primera red internacional, la International Land Coalition/Coalición Internacional para el Acceso a la Tierra (ILC), en 2018. Cuando me hice parte del consejo global, conocí a Patrícia Chaves, de Espaço Feminista (Brasil). Esto nos permitió debatir la cuestión de género y los derechos de las mujeres a la tierra y los territorios.

Reflexionamos mucho desde nuestra perspectiva como mujeres que trabajamos con las comunidades y conocemos la lucha diaria, y sobre cómo brindar soluciones concretas para quienes viven las mismas situaciones que nosotras.

Así nació la Plataforma Feminista por la Tierra y los Territorios (FLP), para convertirse en un espacio que respete este enfoque “de abajo hacia arriba”, que pocas veces se respeta en el mundo. Generalmente las decisiones no se toman a nivel comunitario, sino que las dictan organizaciones muy grandes o a nivel global, lo que distorsiona la lógica. Hemos querido cambiar eso.

Hoy la FLP es una concreción de esta nueva forma de ver los problemas de las mujeres en el contexto de la justicia de género y los derechos a la tierra para mejorar las condiciones socioeconómicas de las mujeres: es una demanda política para, por y con las mujeres.

La Plataforma también nos ha brindado un espacio que pone en valor nuestra experiencia. Azul está más enfocada en el trabajo de incidencia a nivel internacional, ya que las leyes nacionales no nos protegen. Desde 2016, hemos adquirido y desarrollado un conjunto de mecanismos y conocimientos en materia de legislación, derecho internacional y medios para proteger y defender los derechos de los pueblos indígenas y de las mujeres a la tierra, los territorios y los recursos naturales en un contexto de inmigración y cambio climático.

Ponemos este conocimiento al alcance y al servicio de nuestras hermanas de la Plataforma Feminista por la Tierra y los Territorios, pero al mismo tiempo aprendemos mucho de ellas, porque cada organización tiene un área de especialización. Nuestra riqueza proviene de nuestras diversidades, que están llenas de similitudes entre los problemas que enfrentan los pueblos originarios.

Azul se enorgullece de ser miembro fundador de la FLP, de compartir su visión y trabajar por sus objetivos de justicia y equidad en los derechos en general y en los derechos a la tierra en particular. La tierra y las mujeres son muy importantes en la cultura Amazigh; de hecho, la misma palabra, Tamazighte, significa tierra, lengua y mujer. Esto demuestra que tenemos todo el espíritu de la Plataforma Feminista por la Tierra y los Territorios en nuestra cultura y esto es simplemente extraordinario para nosotras/os.

Las buenas prácticas de resiliencia de Ubinig (Bangladesh)

Prácticas agroecológicas de Nayakrishi y preservación de la riqueza de semillas” es una práctica inspiradora desarrollada en Bangladesh por UBINIG (Policy Research for Development Alternative), una de las organizaciones que componen la Plataforma Feminista por la Tierra y los Territorios (FLP).

UBINIG dirige el Nayakrishi Andolon, un nuevo movimiento agrícola que practica la agricultura basada en la biodiversidad y tiene como miembros a más de 300.000 familias de agricultoras y agricultores en todo Bangladesh.

La organización trabaja a nivel de base, ayudando las comunidades a vencer desafíos de sustento y existencia comunitaria en una economía cada vez más globalizada e intensamente competitiva, y también a nivel de políticas públicas, abogando por mejores soluciones a los desafíos que afectan las vidas de la mayoría, especialmente las personas marginadas.

La FLP mapeó algunas de las mejores prácticas de nuestras organizaciones miembro para que otras comunidades y organizaciones puedan aprender y adaptar herramientas y estrategias a sus realidades locales. En este artículo hablaremos de esta que es una de las prácticas inspiradoras desarrolladas en Bangladesh por UBINIG.

Este texto es parte de una serie de publicaciones que detallan las buenas prácticas de cada organización que compone la FLP. ¡Consulta nuestro blog para conocer las demás!

Prácticas agroecológicas de Nayakrishi y preservación de la riqueza de semillas

Este artículo está basado en prácticas que tienen lugar en cinco distritos de Bangladesh: Tangail (zona de llanura inundable), Pabna, Natore & Kushtia (zonas propensas a sequía) y Cox’sbazar (zona costera). Las acciones benefician a más de 80.000 personas que practican agricultura, de las cuales 47.000 son mujeres.

Nayakrishi Andolon es un movimiento de agricultoras basado en la biodiversidad, creado en 1992 y liderado por mujeres. Su práctica sigue 10 principios, entre las cuales está incluida la no utilización de pesticidas ni fertilizantes químicos, ni la extracción de aguas subterráneas. Abogan por el uso de semillas de variedades locales y por la recolección, regeneración e intercambio de semillas entre agricultores.

Hasta ahora, el movimiento ha recolectado más de 2.700 variedades de arroz y 1.000 variedades de otros cultivos, incluidos vegetales, aceite, especias, frutas, etc. También guarda semillas para crisis relacionadas con el cambio climático, tales como inundaciones, sequías y ciclones.

Las semillas se guardan en el Centro Comunitario de Riqueza de Semillas (CSW), creado en 1998 como un sistema institucional para la Red de Semillas Nayakrishi (NSN). “Los principales CSW están ubicados en los centros de UBINIG en Tangail y Pabna. Graneros a nivel de las aldeas también forman parte de los CSW. Los agricultores depositan y reciben semillas de los CSW”, explica Farida Akhter, directora ejecutiva de la UBINIG.

Las comunidades involucradas están compuestas en su mayoría de pequeños agricultores y agricultoras con menos de una hectárea de tierra para cada uno. A través de esta práctica, reciben capacitación periódica sobre conservación de semillas y métodos agroecológicos.

Los que no poseen tierras crían cabras y vacas y trabajan con las agricultoras y los agricultores. Comparten el estiércol y la leche de vaca con las familias terratenientes y a cambio obtienen paja y otros forrajes.

A través de este proyecto, las tierras comunes se preservan y se mantienen libres de productos químicos nocivos, de este modo las mujeres pobres y sin tierras pueden tener acceso a plantas comestibles y al pastoreo del ganado.

Las relaciones comunitarias también se basan en el intercambio de semillas, lo que ayuda a aumentar la diversidad de cultivos. En tiempos de desastres por eventos naturales, las agricultoras y los agricultores comparten las semillas con quienes han perdido sus cultivos y semillas.

Para el desarrollo de esta práctica, la UBINIG está asociada con el Departamento de Extensión Agrícola, los bancos de genes del gobierno de Bangladesh y grupos de mujeres de los 64 distritos del país, que conforman la Red Mujeres y Biodiversidad (Women and Biodiversity Network). Estos grupos trabajan con agricultoras y agricultores en sus respectivas áreas y obtienen las semillas que necesitan de los CSW.

Principales resultados y desafíos

Las agricultoras y los agricultores comenzaron con menos de una hectárea, pero muchos de ellos pudieron ampliar sus tierras con el paso de los años. También se observó que las mujeres sentían la necesidad de comprar tierras a su nombre con los ahorros de la cría de vacas y cabras.

Un resultado importante de estas prácticas agrícolas fue que muchos hogares encabezados por mujeres (divorciadas y viudas jóvenes) pudieron comprar tierras o arrendarlas para cultivarlas y volverse autosuficientes en materia de alimentos, ya que los métodos agroecológicos no requieren dinero para comprar productos químicos como fertilizantes y pesticidas.

“Más personas se están uniendo a este movimiento y las agricultoras están celebrando reuniones sobre semillas e intercambiando conocimientos con diferentes grupos. En febrero de 2024, ellas fueron anfitrionas de una visita de agricultoras y agricultores de Sri Lanka y Myanmar”, añade Akhter.

Ella también señala que las agricultoras de Nayakrishi se han vuelto más conscientes de sus derechos a la tierra y han estado discutiendo sobre ello con más frecuencia. “Ellas también están hablando de los ríos, los cuales ayudan a cultivar variedades locales especiales. Sin embargo, con la contaminación de los ríos, esas posibilidades están desapareciendo”, advierte.

Esta práctica está vinculada a un movimiento más amplio de soberanía alimentaria y de semillas, y Akhter enfatiza que enfrentan muchos desafíos debido al uso de semillas de laboratorio elaboradas por las corporaciones, incluidas las genéticamente modificadas, y al hecho de que no hay apoyo gubernamental para pequeños agricultores y agricultoras.

“La Ley de Semillas del país está hecha para las empresas de elaboración y mejoramiento de semillas; por lo tanto, son violados los derechos de los agricultores. Eso hace con que nuestro movimiento sea importante para las comunidades”, concluye Akhter.

Las buenas prácticas de resiliencia de MUDECI (México)

Sembradoras de Esperanza: Huertos urbanos para la seguridad alimentaria y la resiliencia comunitaria” es una de las mejores prácticas de resiliencia desarrolladas por la organización Mujeres, Democracia y Ciudadanía A.C. (MUDECI), una de las integrantes de la Plataforma Feminista por la Tierra y Territorios (FLP).

MUDECI es una asociación civil mexicana sin fines de lucro, integrada desde el 2013 por mujeres de base con amplia experiencia en trabajo territorial y en el activismo civil. Su misión es asegurar el reconocimiento público para el liderazgo de grupos organizados de mujeres de base en el territorio como agentes de cambio y posicionar a sus organizaciones locales lideradas por mujeres como fuerzas impulsoras en el establecimiento de la agenda pública y la responsabilidad política.

La FLP mapeó algunas de las mejores prácticas de nuestras organizaciones-miembro para que otras comunidades y organizaciones puedan aprender y adaptar herramientas y estrategias a sus realidades locales. En este artículo hablaremos de esta que es una de las prácticas inspiradoras desarrolladas en México por MUDECI.

Este texto es parte de una serie de publicaciones que detallan las buenas prácticas de cada organización que compone la FLP. ¡Consulta nuestro blog para conocer las demás!

Centro de formación en agricultura urbana

Ecatepec, ubicado en las afueras de la Ciudad de México, es un municipio mayoritariamente urbano marcado por la migración interna en el país. En los años 60 y 70 la municipalidad fue fuertemente ocupada por comunidades rurales que buscaban mejores condiciones de vida. Dado que las habitantes originales se dedicaban al cultivo del arroz, se mantiene la tradición de cultivarlo en huertos de traspatio.

Es allí donde MUDECI desarrolla, desde mayo de 2022, un centro de formación en agricultura urbana con el objetivo de enseñar a la población local a cultivar huertos caseros para autoconsumo.

Los huertos urbanos en los patios fueron vistos por MUDECI como una oportunidad para reducir la inseguridad alimentaria en la que se encontraban muchas personas, especialmente aquellas que perdieron sus medios de vida durante la pandemia de COVID 19. De esta manera, pueden tener acceso a alimentos orgánicos y también vender o compartir el excedente de su producción con sus vecinos.

El desarrollo y mantenimiento de huertos urbanos responde a varias necesidades contemporáneas, como el fortalecimiento comunitario, la mejora del paisaje, la habitabilidad urbana, el ocio, la educación ambiental, el uso del agua de la lluvia y la apropiación de los espacios públicos.

También surge del entendimiento de que el derecho a la tierra es clave para preservar los diversos sistemas alimentarios locales, donde el consumo está menos mercantilizado y se valoran los conocimientos y prácticas alimentarias tradicionales.

Este proyecto es resultado del intercambio de experiencias entre mujeres de base de México y Nicaragua y compañeras de base de Toluca, Tejupilco, Estado de México y Jojutla Morelos.

El poder transformador de los huertos urbanos

“Nuestra iniciativa ha contribuido al fortalecimiento de la agricultura urbana como una alternativa viable para la producción de alimentos en espacios reducidos”, dice Elsa María Arroyo Hernández, coordinadora general de MUDECI.

La organización viene logrando un impacto positivo en la comunidad a través de sus diferentes iniciativas, como el proyecto de huertos urbanos, un comedor comunitario, el Huerto Escuela Paulo Freire y la comercialización de productos locales.

Según Hernández, estas iniciativas han contribuido a mejorar la seguridad alimentaria, empoderar a las mujeres, fortalecer la economía local y promover la agricultura urbana y la agroecología. Las mujeres han asumido roles de liderazgo en la planificación e implementación de iniciativas de resiliencia climática.

Las comunidades han diversificado los cultivos que siembran para reducir la dependencia de cultivos sensibles al clima. Se han implementado prácticas agroecológicas como la captura de agua de lluvia, el uso de abonos orgánicos y la siembra de cultivos de cobertura para mejorar la salud del suelo y la resistencia al clima. Además, se han desarrollado sistemas de riego eficientes para optimizar el uso del agua y reducir la vulnerabilidad a la sequía, como en el huerto de hidroponia y en la azotea verde.

Hernández señala que ha sido muy importante la participación de las mujeres de base en la planificación, ejecución y evaluación de las iniciativas, ya que aportaron conocimientos ancestrales heredados de generación en generación.

“Esta ha sido una comunidad agrícola y hay mucho conocimiento sobre la tierra, lo cual se enriqueció y retroalimentó con el aporte de una ingeniera agrónoma que nos apoyó. También es importante el ánimo y la alegría con la que se realizan las actividades de preparación de la tierra, siembra y particularmente el reparto de la cosecha. De esta manera se fortalece el trabajo comunitario para el bien común”, agrega.

Algunos de los resultados obtenidos hasta el momento:

• 100 niñas y niños, 120 mujeres y 12 hombres fueron capacitados en prácticas agroecológicas, cunicultura y gallinas de libre pastoreo.
• El proyecto fue seleccionado por el International Institute for Environment and Development (IIED) como un caso de estudio.
• La organización duplicó la meta de servir 1,500 comidas de bajo costo en su cocina comunitaria.

Como apoyadores en esta práctica, MUDECI cuenta con el Centro de Investigaciones Económicas, Sociales y Tecnológicas en Agronegocios y Agricultura Mundial (CIESTAAM) de la Universidad Autónoma de Chapingo y la Central Campesina Cardenista y la Red de Mujeres Agricultoras, Productoras y Artesanas de México.

Las buenas prácticas de resiliencia de Azul (Marruecos)

La “Aplicación para mapear casos de expoliación” es una práctica desarrollada por Meriem Bentarjem y la Dra. Soraya El Kahlaoui, cofundadora de la plataforma del proyecto Traab, en colaboración con la organización Azul (Marruecos), una de las integrantes de la Plataforma Feminista por la Tierra y Territorios (FLP).

Azul trabaja para devolver a los Amazigh (pueblos indígenas de Marruecos y del norte de África) su condición de ciudadanos de pleno derecho, frente a su actual falta de poder de decisión y soberanía sobre su patrimonio tangible e intangible.

Su misión es sensibilizar y movilizar a la población para enfrentar los problemas relacionados con la tierra, los recursos naturales, las desigualdades socioeconómicas y la destrucción de los ecosistemas y sus consecuencias para los individuos y las comunidades.

La FLP mapeó algunas de las mejores prácticas de nuestras organizaciones-miembro para que otras comunidades y organizaciones puedan aprender y adaptar herramientas y estrategias a sus realidades locales. En este artículo hablaremos de esta que es una de las prácticas inspiradoras desarrolladas en Marruecos por Azul.

Este texto es parte de una serie de publicaciones que detallan las buenas prácticas de cada organización que compone la FLP. ¡Consulta nuestro blog para conocer las demás!

Aplicación para mapear casos de expoliación

Esta práctica comenzó en abril de 2022 y se está desarrollando en todo el territorio marroquí y en algunas regiones de Túnez donde hay problemas de expoliación y expropiación.

Ella beneficiará a los pueblos indígenas Amazigh de todo Marruecos y a todas las comunidades víctimas de la expropiación de tierras. Las mujeres rurales, conocidas como Soulaliyates, representan una parte considerable de los titulares de derechos sobre tierras colectivas.

La región de Marruecos y el norte de África fue colonizada en su mayor parte por Francia, que ha implementado leyes que los gobiernos continúan aplicando para desposeer a los pueblos indígenas de sus tierras, territorios y recursos naturales.

Durante siglos, el pueblo Amazigh ha desarrollado numerosas prácticas esencialmente relacionadas con la tierra (agricultura), los territorios (ganadería y trashumancia) y los recursos naturales. Sus actividades dependen fundamentalmente de las especificidades y la disponibilidad de los recursos y de un cuidado con la adaptación y la protección de los ecosistemas y la biodiversidad.

La localización espacial del pueblo Amazigh condiciona su forma de vida y su cultura y les confiere su identidad ancestral. Despojar a las personas Amazigh de sus tierras equivale a arrancarlas de su territorio y obligarlas a migrar a otros lugares, y confiscar sus derechos sobre sus recursos las mantiene en la precariedad. Esto las coloca en condiciones vulnerables y las hace fácilmente asimilables.

Las comunidades indígenas de las zonas rurales son, en particular, víctimas de la privatización de las tierras y sus recursos. De manera similar, las comunidades urbanas que viven en barrios marginales y tierras periurbanas también están sujetas a procedimientos de desalojo.

“La proliferación de actos fraudulentos y actividades ilegales es tan grande que en todas las regiones de Marruecos existe lo que se conoce como una ‘mafia de la tierra’, cuyo objetivo es monopolizar la tierra en detrimento de sus legítimos propietarios. Este saqueo encuentra un terreno fértil en la legislación, la impunidad, los juegos de poder, la fragilidad de las comunidades, la ineficiencia de los tribunales, la connivencia de los magistrados y la política agrícola. Todo esto hace que el derecho y la justicia ya no tengan cabida, especialmente en materia de tierra, ya sea para las comunidades o para las mujeres, el último eslabón de una cadena debilitada”, explica Amina Amharech, miembr fundadora de Azul.

Según ella, la principal dificultad hoy en día radica en la falta de una base de datos que pueda registrar todos los casos de despojo para establecer un mapeo exhaustivo de la magnitud del problema, razón por la cual este proyecto fue creado.

Cómo funciona el proyecto

Este proyecto tiene el objetivo de recopilar información sobre conflictos de tierras para identificar las comunidades impactadas, trazar un mapeo integral del problema y ayudar a alzar las voces de las comunidades desposeídas.

A través de la práctica del «contra mapeo», su objetivo es mapear los conflictos territoriales en el norte de África, y principalmente en Marruecos y Túnez, creando una plataforma web de código abierto que combina mapeo interactivo y narración de historias. El proyecto también se basa en el desarrollo de una aplicación para ofrecer una herramienta de código abierto para recogida de datos.

Él tiene dos componentes:

Mapeo de conflictos por las tierras: se espera que unas 50 comunidades se beneficien de la visibilidad de sus reclamos a través de la plataforma web.

• La aplicación: Se capacitará a miembros de la red comunitaria Amazigh de Azul para utilizar la aplicación para recopilar datos sobre conflictos por tierras.

Cabe señalar que se prestará especial atención a la cuestión de las mujeres, que son el grupo social más impactado en cualquier proceso de discriminación y marginación, y particularmente en términos de acceso a la propiedad y la tierra.

Las mujeres rara vez reciben compensación en caso de transferencia de tierras y frecuentemente se encuentran sin una oferta de realojamiento y son excluidas de las negociaciones. El proyecto garantizará que la cuestión de la equidad de género esté representada en el mapeo de los conflictos por la tierra y se centrará en el enfoque de género para construir alternativas.

Gracias a la aplicación, a una base de datos fiable y a un mapeo preciso, las voces de las mujeres serán más audibles y el impacto de la negación de sus derechos será más visible. Este es un paso esencial para cambiar las leyes y apoyar efectivamente las demandas de las mujeres en diferentes niveles, beneficiando así también a toda la red de la FLP.

También es importante señalar que los resultados de este proyecto fortalecerán otras buenas prácticas de Azul, como la incidencia a nivel internacional para el reconocimiento de los derechos de los Amazighs como pueblo indígena, además de ayudar a pedir una revisión de las leyes agrarias.

La oportunidad de desarrollar una segunda fase de este proyecto permitirá a Azul capacitar a las comunidades en la utilización de la aplicación de recolección de datos. Para ello, se organizarán talleres de capacitación con diferentes comunidades priorizándose la formación de investigadoras mujeres.

Azul colabora con la Dra. Soraya El Kahlaoui (becaria Marie Skłodowska-Curie), investigadora principal del proyecto Traab, y sus socios en el proyecto, como la Universidad de Gante.

Para comprender los problemas que enfrenta el pueblo Amazigh, lea este artículo de Amina Amharech en el sitio web de IWGIA (en inglés).

Las mejores prácticas de resiliencia de Espaço Feminista (Brasil)

“Regularización de tierras como garantía de los derechos de las mujeres a la tierra y los territorios” es una de las buenas prácticas de resiliencia desarrollada por la organización Espaço Feminista do Nordeste para a Democracia e Direitos Humanos (Brasil), una de las integrantes de la Plataforma Feminista por la Tierra y Territorios (FLP).

Fundada en 2008, Espaço Feminista actúa en áreas como:

  • Producción de conocimiento sobre la situación de las mujeres, realizando diversos estudios, investigaciones y publicaciones.
  • Procesos de formación orientados a valorar a las mujeres como sujetos autónomos (ciudadanas) y fomentar su participación en los espacios de formulación y seguimiento de políticas públicas.
  • Articulación e incidencia nacional e internacional.

La FLP recientemente mapeó algunas de las mejores prácticas de resiliencia de nuestras organizaciones miembro para que otras organizaciones puedan aprender y adaptar herramientas y estrategias a sus realidades locales. En este artículo hablaremos de una de las prácticas inspiradoras desarrolladas en Brasil por Espaço Feminista (EF).

Este artículo es parte de una serie de publicaciones que detallan las mejores prácticas de cada organización que compone la FLP. ¡Consulta nuestro blog para leer los demás!

Regularización de tierras como garantía de los derechos de las mujeres a la tierra y los territorios

Esta práctica se desarrolla actualmente en el municipio de Bonito, en el estado de Pernambuco (Brasil), en 15 asentamientos informales que fueron creados por el gobierno municipal pero nunca regularizados.

Mediante este trabajo, Espaço Feminista tiene como objetivo abordar la desigualdad de los derechos a la tierra y la vivienda para las mujeres, las familias de bajos ingresos y las madres solteras (o familias de mujeres solas). Por lo tanto, analizan los derechos a la tierra y a la vivienda desde la perspectiva de los derechos de las mujeres a la tierra y los territorios.

“Estamos abordando y analizando todas las consecuencias perversas que la falta de derechos a la tierra y a la vivienda causan, en términos de inseguridad y violencia, en la vida y los medios de vida de las mujeres”, explica Patrícia Chaves, directora ejecutiva de Espaço Feminista.

EF trabaja en asociación con el gobierno municipal de Bonito, con el objetivo de garantizar la seguridad de la tierra a unas 5.000 familias en los 15 asentamientos informales. El trabajo incluye un registro socioeconómico de todas las familias que viven en los asentamientos, un levantamiento topográfico con identificación de cada inmueble, un levantamiento de la infraestructura de los asentamientos y entrevistas individuales para la recolección de datos y documentos.

Espaço Feminista empodera al equipo técnico del programa “Minha Casa é Legal” de la Municipalidad de Bonito en aspectos legales, especialmente sobre cómo garantizar que se dé prioridad a las mujeres en el acceso a la tierra. Además, redacta el proyecto que luego se envía al registro civil. La acción también cuenta con un equipo local que desarrolla talleres de sensibilización con los residentes, respondiendo dudas y orientándolos para asegurar la preferencia a la hora de realizar la titulación.

Hasta el momento se han completado 4 de las 15 áreas dentro del municipio y se están realizando encuestas en otras 5 áreas.

Esta práctica resulta eficaz para garantizar la autonomía, la seguridad territorial y la vivienda de las mujeres y sus familias, especialmente de aquellas que sufren una mayor vulnerabilidad porque tienen un conocimiento muy limitado sobre sus derechos o mantienen relaciones informales con sus parejas. Muchas son segundas esposas y son vulnerables al mercado informal de venta de lotes.

La acción también promueve la autonomía y el empoderamiento de las mujeres en distintos niveles, como la autonomía para decidir sobre su residencia, la garantía de seguridad para las próximas generaciones y el potencial de generar autonomía financiera con la seguridad de la tierra a su nombre.

«Este documento es una bendición. Pensaba que mi casa nunca tendría un documento. Y hoy lo tengo en la mano, ¡Gracias a Dios!», dijo la beneficiaria Maria Madalena da Silva en el siguiente video, realizado por Espacio Feminista:

“Nuestro trabajo es una forma de superar la injusticia que enfrentan las mujeres debido a la informalidad y sus consecuencias, como transacciones informales sin su conocimiento o consentimiento. Además de cuestiones de violencia patrimonial arraigadas en nuestra cultura patriarcal y muy presentes en la vida de las mujeres de bajos ingresos que viven en total informalidad”, agrega Patrícia Chaves.

Algunos de los resultados obtenidos hasta el momento:

  • El 11 de marzo de 2021 se registró la primera zona con 479 propiedades (terrenos y casas) y se entregaron certificados a los moradores, de los cuales el 69% a nombre de mujeres, siendo a título individual o mancomunado.
  • El 11 de marzo de 2022 se entregó la segunda área, esta vez beneficiando a 150 familias, de las cuales el 50% fueron a mujeres como registro individual y otro 35% fueron títulos conjuntos – mujer y hombre – pero de estos, el 69% tenía el nombre de la mujer como primera titular.
  • La tercera área, llamada Frei Damião, fue concluida y gestionada en noviembre de 2022, beneficiando directamente a 741 familias. Más del 70% de los títulos de propiedad tenían a las mujeres como beneficiarias. En esta área el número de madres solteras fue muy alto y EF está desarrollando un análisis de los resultados y creando las condiciones para hacer una evaluación de impacto.
  • La cuarta área, Ben-ti-vi, ha sido concluida. Se entregarán títulos de propiedad a 280 familias, la mayoría mujeres.
  • La práctica está estructurada, muy bien documentada y difundida y ofrece una serie de posibilidades de evaluación futura sobre el impacto directo en la vida de las mujeres y sus familias, especialmente de las mujeres cuidadoras que en muchos casos cuidan a sus nietos para permitir que sus hijas trabajen.

Para más información sobre esta práctica, mira el vídeo en el canal de YouTube de Cadasta:

Actuando junto a Espaço Feminista en esta práctica están el Gobierno Municipal de Bonito; la Fiscalía General del Municipio de Bonito; la Oficina de Registro de Bienes Raíces de Bonito; y el Tribunal de Justicia del Estado de Pernambuco. El trabajo cuenta con el apoyo del Fondo Filantrópico WellSpring, Landesa y Fundación Cadasta.

También te puede interesar leer el artículo en inglés Transforming our cities by addressing gender deficit in land titles in Brazil, publicado por Patrícia Chaves en la página web Urbanet.

Tin Hinan participa en el 1er Festival Feminista en Burkina Faso

Burkina Faso se enfrenta a la violencia de los grupos terroristas desde 2015, lo que, entre otros problemas graves, provoca muchos desplazamientos internos. Los niños y las mujeres son las poblaciones más afectadas y sufren violaciones de derechos y violencia sexual y de género.

La Resolución 1325 (2000) del Consejo de Seguridad de la ONU enfatiza la importancia de atender las necesidades de las mujeres y niñas víctimas de la violencia, asegurando la participación de las mujeres en los procesos de toma de decisiones, especialmente en áreas en riesgo o afectadas por conflictos, además de empoderar a las mujeres y las niñas y promover la igualdad de género para lograr una paz duradera. Sin embargo, esto no sucede en la práctica en Burkina Faso.

Por ello, la Iniciativa Pananetugri para el Bienestar de las Mujeres (IPBF), en colaboración con el Colectivo de Feministas de Burkina Faso, organizó en marzo de este año la 1ª edición del Festival Feminista, con el lema «Feminismo, Paz y Seguridad». Fueron invitadas lideresas de asociaciones e investigadoras a hablar sobre la situación en la región.

Entre ellas estaba Saoudata Aboubacrine, de la asociación Tin Hinan, miembro de la Plataforma Feminista por la Tierra y Territorios (FLP). Saoudata compartió sus experiencias e hizo un llamado a los tomadores de decisiones, tanto a nivel nacional como internacional, para que apliquen los textos que adoptan, como la resolución de la ONU citada anteriormente.

También se dirigió a las niñas y mujeres, instándolas a seguir impulsando momentos de intercambio de experiencias, intercambios intergeneracionales y debates como este. “(…) Mientras las mujeres no tengan voz, nada puede cambiar, y para tener voz necesitamos movimientos activos, que no sean solo nombres”, dijo.

La participación de Saoudata en este importante evento fue tema de un artículo publicado en el sitio web Féminin Actu. Lea el texto completo (en francés) aquí.

Las buenas prácticas de resiliencia de la Plataforma Feminista por la Tierra y Territorios

Existe una diversidad de prácticas que muestran la riqueza del trabajo territorial que realizan las organizaciones miembros de la Plataforma Feminista por la Tierra y Territorios (Feminist Land Platform – FLP), una red de organizaciones que luchan por los derechos de las mujeres a la tierra y territorios en el Sur Global.

Hemos decidido mapear estas prácticas para tener una visión más amplia del trabajo realizado en cada territorio y permitir que otras comunidades aprendan de estas experiencias y adapten herramientas y estrategias a sus realidades locales.

Las prácticas de resiliencia que se mapearon se enfocan en cuatro áreas temáticas:

a) Derechos de las mujeres a la tierra y territorios (herramientas y procesos exitosos);

b) Formación política para liderazgo femenino;

c) Agroecología y manejo de bosques, tierras y territorios;

d) Acceso seguro al agua.

Puede encontrar a continuación una representación visual de las áreas temáticas incluidas en el trabajo de cada organización, seguida de más información sobre cada una de las áreas temáticas y una lista de algunas de las prácticas.

Áreas temáticas

Agroecología

La agroecología se ha aplicado de diversas formas y ha demostrado ser una fuerte aliada en el manejo de bosques, tierras y territorios. Por ejemplo, las prácticas agroecológicas y la preservación de la riqueza de semillas permiten a las mujeres terratenientes y sin tierras la soberanía alimentaria y de semillas. Adicionalmente, los huertos urbanos de traspatio para autoconsumo reducen la inseguridad alimentaria en la que se encuentran las personas como resultado de la pérdida de sus medios de vida. El desarrollo y mantenimiento de los huertos urbanos responde a necesidades contemporáneas: fortalecimiento comunitario, mejora del paisaje, habitabilidad urbana, ocio, educación ambiental, aprovechamiento del agua de lluvia, mejora de la economía y autonomía alimentaria. Proyectos de agroecología son realizados por Fundación Plurales, Espaço Feminista, Luna Creciente, MUDECI, TIN HINAN y UBINIG.

Derecho a la tierra y los territorios

Las mujeres han luchado para acceder a sus derechos a la tierra utilizando una variedad de estrategias para asegurar su capacidad de continuar esforzándose y contribuyendo a las comunidades donde han elegido vivir. Estas herramientas y procesos exitosos involucran el acceso a derechos legales y la construcción de políticas públicas sensibles a la cultura y al género y en consonancia con la relevancia de los procesos históricos de resistencia. Las iniciativas incluyen el uso de tecnología para recopilar datos que comprueben por cuánto tiempo las mujeres han ocupado sus tierras y viviendas, casos de expropiación, así como recopilar datos que contribuyan a fortalecer la seguridad y autonomía de las mujeres en sus territorios. Esta área temática ha sido implementada por cinco organizaciones de FLP en América Latina (Fundación Plurales, Espaço Feminista) y África (Fórum Mulher, AZUL y PWESCR).

Adaptación climática

El cambio climático se ha convertido en una gran amenaza para la humanidad. Como resultado, los desastres naturales, las sequías y la escasez de recursos naturales se han vuelto comunes a nivel mundial. Aunque ha afectado a todos los países, el cambio climático ha tenido un mayor impacto en los más pobres y vulnerables. “Las consecuencias del cambio climático ahora incluyen, entre otras, sequías intensas, escasez de agua, incendios severos, aumento del nivel del mar, inundaciones, derretimiento del hielo polar, tormentas catastróficas y disminución de la biodiversidad” (Naciones Unidas). Las iniciativas enfocadas en el acceso seguro al agua para enfrentar el cambio climático han sido realizadas por Plurales, Luna Creciente y TIN HINAN.

Incidencia política

Si se considera que toda elección es un acto político, entonces la conciencia política es una herramienta esencial para transformar el mundo. La formación política es una de las principales vías para promover debates y entendimientos sobre las diferencias con miras a la equidad. Cuando tiene como objetivo promover la autonomía y el empoderamiento de las mujeres en diferentes aspectos y niveles, se convierte en uno de los pilares de los procesos de emancipación de los feminismos. Las iniciativas de formación política para el liderazgo de las mujeres han sido realizadas por Fundación Plurales, Espaço Feminista, Luna Creciente, Fórum Mulher y PWESCR.

Gobernancia

Esta área temática a menudo se deriva de la formación política de las mujeres líderes. Permite visibilidad y perspectiva política, desde contextos generales a particulares en las comunidades. Se enfoca en acciones para abordar las violaciones por parte de actores que contribuyen directa o indirectamente a la crisis climática y el daño a los territorios y cuerpos de las mujeres. Por lo tanto, las estrategias más efectivas para promover dicha gobernabilidad son a través del desarrollo de agendas de intervención comunes que influyan directamente en la capacidad de las mujeres para ocupar posiciones de poder. Esto les permite tomar decisiones informadas que tienen un impacto positivo en su derecho a la tierra y el territorio, así como también aumenta su capacidad para abordar las amenazas que enfrentan como resultado del cambio climático. La participación política de las mujeres –a través del liderazgo que ejercen en sus comunidades y en la relación que establecen con los poderes públicos– es clave para asegurar la gobernabilidad del territorio comunal. Las organizaciones de FLP que trabajan en este tema incluyen Espaço Feminista, Luna Creciente, TIN HINAN y PWESCR.

Mejores prácticas de resiliencia

País: Malí

Organización: TIN HINAN MALI

Responsable: Fadimata Walet ABDALAH.

Práctica: Participación de las mujeres de Banguikogho en el manejo de su área forestal.

País: Marruecos

Organización: AZUL

Responsable: Amina AMHARECH

Práctica: Aplicación para recoger casos de despojo.

País: Tanzanía

Organización: Consejo de Mujeres Pastorales de Tanzania

Responsable: Ruth Kihiu

Práctica: Promoción de los derechos a la tierra de las mujeres indígenas en el norte de Tanzania.

País: Argentina

Organización: Fundación Plurales

Responsable: Marta Esber

Prácticas:

• Capacitación en la Intersección de Justicia Ambiental y Género.

• Acceso a Agua Segura

• Reforestación y práctica productiva con el algarrobo.

• Programa de Mujeres Defensoras Ambientales.

País: Brasil

Organización: Espaço Feminista do Nordeste para Democracia e Direitos Humanos

Responsable: Anamaria Melo y Natali Lacerda

Prácticas:

• Inclusión productiva de base agroecológica – Fortalecimiento de la autonomía e identidad de las mujeres rurales: agroecología, soberanía alimentaria y red de mujeres productoras.

• Formación política feminista y antirracista – fortalecimiento de la identidad y autonomía de las mujeres a través de procesos de formación y fortalecimiento de redes.

• La regularización agraria como garantía del derecho de las mujeres a la tierra – Fortalecimiento de la seguridad y autonomía individual y colectiva de las mujeres.

País: Ecuador

Organización: Movimiento Nacional de Mujeres Luna Creciente

Responsable: Clara Merino

Práctica: Formación política para organizaciones de mujeres en Ecuador

País: México

Organización: Mujeres, Democracia y Ciudadanía A.C. (MUDECI)

Responsable: Elsa María Arroyo Hernández

Práctica: Centro de Capacitación en Agricultura Urbana

País: Bangladés

Organización: UBINIG

Responsable: Farida Akhter

Práctica: Prácticas agroecológicas de Nayakrishi y preservación de la riqueza de semillas

Las buenas prácticas de resiliencia de Luna Creciente (Ecuador)

“Formación política para organizaciones de mujeres en Ecuador” es una de las buenas prácticas de resiliencia desarrollada por la organización Movimiento Nacional de Mujeres Luna Creciente, de Ecuador, una de las integrantes de la Plataforma Feminista por la Tierra y los Territorios (FLP por sus siglas en inglés).

El trabajo de Luna Creciente ha sido de suma relevancia para empoderar a mujeres líderes en conocimientos políticos, mecanismos y herramientas para impulsar procesos que conduzcan al desarrollo local con base en su propia cultura y metas.

“Luna Creciente reúne a más de 300 organizaciones de mujeres de sectores populares, con una gran diversidad en cuanto a edad, nacionalidad y ubicación geográfica, abarcando todas las regiones del Ecuador”, dice Clara Merino, directora ejecutiva de la organización.

FLP mapeó algunas de las mejores prácticas de resiliencia de nuestras organizaciones-miembro para que otras comunidades y organizaciones puedan aprender y adaptar herramientas y estrategias a sus realidades locales. Este artículo es parte de una serie de textos que detallan las prácticas de cada organización. ¡Echa un vistazo a nuestro blog para leer los demás!

Formación política para organizaciones de mujeres en Ecuador

Trabajando en pro de la incidencia política en los municipios, esta práctica fue diseñada por Luna Creciente para incluir actividades que estimulen el intercambio de saberes, valores culturales y tradiciones entre los distintos grupos de organizaciones de mujeres involucradas en ella.

Aproximadamente 4.500 mujeres de 322 comunidades en 6 provincias de diferentes partes del Ecuador (Costa, Sierra y Amazonía) ya han sido beneficiarias de esta práctica, que comenzó en junio de 2001.

Las actividades realizadas por Luna Creciente incluyen:

● Escuelas nacionales y locales de formación política y feminista, salud integral, derechos de las mujeres y análisis de coyuntura.

● Mapeo de cada provincia y/o comunidad liderada por mujeres de base.

● Congresos Nacionales una vez al año (cuando tenían mayores recursos económicos estos se hacían hasta 3 veces al año y en distintas provincias).

● Espacios de análisis de los ODS, cambio climático y coyuntura local, nacional e internacional.

● Pequeños emprendimientos económicos y trueque.

● Defensa de los derechos territoriales de las mujeres junto a los hombres, especialmente jóvenes, habiéndose conformado ya tres grupos de defensa territorial y apoyo a las organizaciones de mujeres.

Esta fue considerada una buena práctica porque sirve de inspiración a otras organizaciones-miembro de la FLP y otras organizaciones que luchan por los derechos de las mujeres a nivel global. Esta práctica ha permitido el crecimiento de Luna Creciente debido a que ha ayudado a empoderar a las mujeres, aumentando el respeto de sus familias y comunidades y promoviendo una mayor conciencia de los derechos de las mujeres y comunidades empobrecidas.

La práctica se desarrolla fundamentalmente en comunidades indígenas (68% indígenas, 7% quilombolas y 25% mestizas) conformadas por mujeres organizadas. La valorización y el respeto de las diversas culturas y tradiciones y su participación en un movimiento nacional ha sido fundamental en el proceso.

“Nuestra Escuela de Formación Política Feminista viene impulsando, a lo largo de todos estos años, la confluencia, comprensión y trabajo político organizado de mujeres de distintas organizaciones que luchan por la tierra y los territorios, contemplando también nuestros cuerpos como primeros territorios”, explica Clara Merino.

Para el desarrollo de las acciones, Luna Creciente ha contado con la alianza de la Coalición Nacional de Mujeres del Ecuador y la Plataforma Plurinacional de Mujeres y Feministas, además del Movimiento Indígena, Movimiento de Trabajadores, Medios Alternativos y otras organizaciones feministas.

Entre los resultados del trabajo, Luna Creciente señaló la afirmación de propuestas y exigibilidad de derechos a los gobiernos locales y en conjunto con otras organizaciones a algunos espacios del Gobierno, Asamblea Nacional y Estado.

En la actual situación política del Ecuador, el extractivismo, las leyes contra las mujeres y los pueblos empobrecidos y las diferentes formas de violencia van en aumento. Por lo tanto, acciones como estas son sumamente importantes en la lucha por una sociedad justa e igualitaria.

Las buenas prácticas de resiliencia de Tin Hinan (Malí)

Desde la Plataforma Feminista por la Tierra y los Territorios (FLP por sus siglas en inglés) mapeamos algunas de las mejores prácticas de resiliencia de nuestras organizaciones-miembro, para que otras comunidades y organizaciones puedan aprender y adaptar herramientas y estrategias a sus realidades locales.

Este artículo es parte de una serie de publicaciones que detallan las prácticas de cada organización. ¡Echa un vistazo a nuestro blog para leer las demás!

Título de la práctica: Participación de las mujeres de Banguikogho en la gestión de su área forestal.

Las mujeres de la comunidad Kel Tin Touhoun de Banguikogho han iniciado la implementación de su derecho sobre el manejo del territorio y en particular del área forestal y los derechos de las mujeres en general (propiedad intelectual, distribución de beneficios).

Ubicación: En el sitio de Banguikogho, que se encuentra a 17 km de Gargando (capital de la comuna), círculo de Goundal, región de Tombuctú. La tribu está ubicada en un valle entre la pequeña montaña turística Tin houn imalolnenene (las vueltas blancas) y un área forestal de Grewia tenax, Grewia.

Beneficiarias de la práctica: Se estima en unas 1.000 personas según el ayuntamiento de Gargandao y la administración de Banguikogho. Las mujeres representan el 50% de la población, es decir, 500 personas, incluidas las jóvenes. Son pastoras nómadas. Practican la horticultura durante los períodos invernales, la recolección y la caza tradicional.

Fecha de inicio: La comunidad comenzó a organizarse para su supervivencia y la protección de su entorno alrededor de 1999.

Comunidades involucradas: Toda la región de Tombuctú y en particular el área donde se encuentra Banguikogho están experimentando sequías recurrentes que destruyen la biodiversidad, incluidos árboles, plantas y animales. Los puntos de agua se están secando. La comunidad comenzó abogando por el agua. No tenían acceso a la asistencia humanitaria de las agencias de la ONU o instituciones gubernamentales. El apoyo limitado brindado por Living Earth, Tin Hinan/FIMI no ha podido resolver este problema definitivamente. Desde 2011 hasta la actualidad, se ha formado un grupo de mujeres y jóvenes mujeres de Banguikogho para mejorar su papel en la gestión de su entorno y espacio forestal. Al principio, las mujeres, a pesar del papel tradicional que desempeñaban en la protección de la biodiversidad y el medio ambiente, permanecían invisibles y sin habla.

Socios o aliados para la iniciación y desarrollo de la práctica: Tin Hinan y Les Eaux et Forêts. FIMI fue un socio implementador del proyecto de Conocimientos Tradicionales.

Descripción de la práctica: Los aspectos a recordar de las mejores prácticas del sitio y las mujeres de Banguikogho se centran principalmente en mitigar los efectos del cambio climático a través del conocimiento tradicional de las mujeres pastoras y la adaptación al cambio climático.

Resultados:

  • Capacitaron a 30 personas en Gargando/Banguikogho (Tombuctú, Malí), siendo 15 adultos y 15 jóvenes, en técnicas de producción de plantas y mantenimiento de jardines botánicos;
  • Capacitaron a 20 personas en la técnica de recolección y procesamiento de los productos de árboles frutales Tarakate e In-fine en Banguikogho.
  • Capacitaron a 30 personas en marketing, incluidos empaques, etiquetado y aprobación de productos.
  • Participación en la elaboración de un compendio sobre conocimientos tradicionales.
  • Participación en el taller nacional organizado en Tombuctú sobre procesos internacionales para la implementación del acuerdo del Convenio sobre la Diversidad Biológica, WIPO (uno en Malí y otro en Burkina Faso). Cabe señalar que esta fue la primera vez que mujeres y jóvenes de esta comunidad participaron en un evento fuera de Banguikogho.
  • Participación en el taller subregional de intercambio y capacitación que sirvió a su vez para la revitalización de la red de mujeres indígenas de África Occidental (OAFA).
  • Los logros del proyecto han sido capitalizados por el sitio de Banguikogho porque las actividades iniciadas continúan realizándose. Tin Hinan continúa colaborando con el lugar.
  • La visibilidad se hizo a través de un video y fotos. Las mujeres de Banguikogho son beneficiarias del proyecto implementado por Tin Hinan “Mujeres Pastorales del Sahel en Movimiento”.
  • Por lo tanto, las mujeres de Banguikogho son miembros del Movimiento de Mujeres Pastorales del Sahel.

Desafíos: Superar la inseguridad con la presencia de grupos fanáticos en las inmediaciones de la comuna. Persisten las sequías y el problema del agua.