Historias de agua y cuidados en el Anáhuac

«Historias de agua y cuidados en el Anáhuac» es una colección de historias de mujeres que habitan la zona metropolitana del Valle de México y retrata los retos y dificultades que viven cuando cuidan en zonas con limitado acceso al agua y que también sufren los efectos del cambio climático. Las historias son contadas por producida por MUDECI (Mujeres, Democracia y Ciudadanía A.C.), organización miembro de la Plataforma Feminista por la Tierra y Territorios (FLP). El presente recuento se pasa en Santa Cruz Amalinalco, Chalco, Estado de México.

Cuidar bajo aguas negras

Corría la noche del 23 de agosto cuando Viridiana despertó abruptamente. El agua se estaba filtrando en su vivienda, y brotaba del piso. Era agua de lluvia y el nivel subió casi 10 centímetros.

Cuando ella ya se disponía a realizar sus actividades cotidianas, como es el llevar a su hijo a la escuela. Se percató de que había caído una lluvia atípica durante la noche, lo que había provocado que se inundaran las calles. Estas se encontraban intransitables, el agua había subido unos 60 centímetros.

De primer momento, no se preocupó, pensó que vendrían en apoyo el Ejército y la Guardia Nacional, como había ocurrido en las colonias Culturas de México y San Miguel Jacalones. Sin embargo, hasta la fecha en que concedió esta entrevista, el 08 de septiembre del año en curso, la ayuda todavía no llegaba.

Hasta ahora sabemos según el relato de Viridiana, que en algún momento un funcionario del Estado de México “fue de rápido a echar un ojo”, y que Viridiana se atrevió a preguntarle ¿cuándo iban ayudarles?, la respuesta fue: “Como se les va apoyar, si no pagan impuestos”.

A lo que ella dijo “Nuestra colonia efectivamente no paga predio, ni agua, ya que no contamos con servicios, y es irregular”.

Pero aquello tiene una historia, y es que de acuerdo con Viridiana su madre y ella llegaron hace 6 años buscando forjar un patrimonio para sus hijos y compraron el espacio en el que habitan “de buena fe, no somos paracaidistas o invasores, la autoridad permitió que nos asentáramos en esta zona”.

Toda esta cuestión de la inundación dice Viridiana “ha trastocado sus vidas, y jamás pensó que tendría que organizarse con sus vecinos para sacar del agua ratas, topos y perros que murieron ahogados durante la inundación, con olor fétido que era insoportable, ya que el agua de lluvia se mezcló con las aguas negras que salían de las fosas sépticas. Lo que ocasionó que los moscos empezaran a reproducirse por miles y hubo a vecinos a quienes picaron y se infectaron esas picaduras. Cuando me metía a sacar los perros, ratas, topos, ahogados el agua me llegaba a la cintura tenía que meterme sin infectar o me pasara algo, dejé de hacerlo”, narra Viridiana.»

«La organización como colonia no ha sido fácil, han tenido que enfrentar a personas que han querido sacar raja política de esta tragedia. Mientras las mujeres se han organizado para hacer una cooperación para comprar cascajo y rellenar algunos caminos comunes, también compraron 2 bombas que les costaron 20,000.00 pesos para poder sacar el agua, y aun así estas fueron insuficientes.

Cuando por fin el Organismo Público Descentralizado para la Prestación de los Servicios de Agua Potable, Alcantarillado y Saneamiento (ODAPAS) mandó una bomba de mayor potencia, quienes se encontraban a cargo de esta bomba pidieron que hicieran guardias de noche para cuidar que no se la robaran, pero el reto era difícil pues solo queda imaginar por un momento lo que es cuidar una bomba donde no hay alumbrado público y que además está inundado y no cuenta con seguridad pública; las mujeres que son las que encabezaban esta lucha, se exponían a recibir un ataque a su integridad física. Viridiana solo aguantó 2 noches.

Además, varios días no hubo acceso a alimentos, las tiendas cercanas cerraron por la emergencia, pues en el lugar las personas van al día, y con lo sucedido no tenían para comprar una despensa. Viridiana, por su parte comenta ‘yo trataba de no utilizar el agua para preparar alimentos y para bañarme y bañar a mis hijos, tenía terror de que el agua se saliera de la fosa séptica, ya que esta estaba hasta el tope, no nos bañamos en varios días; con esta situación lavar la ropa era inconcebible tuve que disponer casi del 50% de mis ingresos para salir a lavar la ropa fuera de la colonia’.

Para las demás ha sido de igual forma complicado subsistir, ya que como sostiene Viridiana, su vecina Mary aún tiene su casa inundada y en los primeros días tuvo que desprenderse de su hijo e hija ya que el lugar no era propio para vivir; ahora una vecina le prestó un espacio para vivir y ella piensa en cuánto tiempo podrá vivir allí y si tendrá que pagar renta en un futuro, sus ingresos son pocos ella vende fruta, dulces y frituras en su triciclo afuera de una escuela. Otro vecino que tiene que dializarse se tuvo también que ir por temor a que se infectara su catéter.»

Las mujeres enfrentan una doble jornada cuidar a su familia y comunidad, Viridiana manifiesta ‘me siento agotada; ahora tengo que llevar doble muda de ropa para mis hijos cuando salen a la escuela, ya que el lodo todo lo ensucia, además, tengo que cargar a mi hijo para que llegue con su uniforme y zapatos limpios a la escuela. Por eso llevo una mochila con ropa para cambiarlo en caso de que se ensucie, y la ropa se apila por montones y la pipa de agua no ha pasado porque se puede atascar en el lodo’.

¿Qué esperan del Gobierno? Nada… si en tantos días no han venido no creo que lo hagan, esperamos que dios nos ayude.

Necesitamos apoyo técnico porque creo que las bombas solo están circulando el agua y no la están sacando, el bactar ha sido insuficiente; necesitamos cascajo para subir el nivel de las calles, una jornada médica y de sanitización porque el olor fétido aún persiste, necesitamos que se fumigue hay muchos moscos, tenemos zozobra porque la colonia está debajo del nivel del canal de aguas negras como unos 2 metros, si se desborda no quiero pensar lo que va a pasar.”

El cambio climático afecta a las mujeres y a los hombres de manera diferente, y el trabajo de cuidados recae en ellas de forma desproporcionada. Para las mujeres que enfrentan un desastre climático como en el caso de Viridiana, sus jornadas de trabajo se duplican ya que no solo deben proporcionar cuidados a sus familias sino también a sus comunidades, esto agrava la desigualdad de género existente y plantea amenazas únicas a sus medios de vida, salud y seguridad.

El cambio climático y los desastres ponen en peligro la salud de las mujeres y las niñas, dado que restringen sus posibilidades de acceder a los servicios y la atención médica, además de aumentar los riesgos relacionados con la salud infantil y maternal.

Tras las inundaciones en Chalco y Valle de Chalco, el foco mediático se centró en las colonias Culturas de México y San Miguel Jacalones. Pero hubo otras colonias que también estaban viviendo los efectos de las inundaciones como la colonia Santa Cruz Amalinalco, lugar donde vive Viridiana y que esperan que sus historias sean escuchadas.

Las inundaciones en Chalco y Valle de Chalco nos cuentan una historia de pobreza, marginación y desigualdad en la construcción del México moderno.

Esta área a inicios del siglo XX, era un lago que con el tiempo empezó a poblarse por la migración interna que vivió el país en la década de los sesentas, que empezó a poblarse de personas que llegaban de las áreas rurales del centro y el sur del país en busca de oportunidades laborales y vivienda de bajo costo.

Orillados por la pobreza se vieron en la necesidad de poblar una zona propensa a las inundaciones, con el contubernio de autoridades locales, estatales y federales que lucraron con la necesidad de vivienda de las personas; más de medio siglo después los habitantes de la región siguen esperando que sus comunidades sean dotadas de servicios públicos de calidad.

El cambio climático es una realidad y las personas más pobres siempre serán las más afectadas y de entre ellas las mujeres, niñas y niños porque las instituciones y los gobiernos locales pueden no tener la capacidad para responder de manera efectiva a los desafíos planteados por el cambio climático.

Créditos:
Entrevistada: Viridiana Hernández Mendoza
Corrección de estilo: Aura Angélica Pérez Arroyo
Elaborado por: Elsa María Arroyo Hernández – Mujeres, Democracia y Ciudadanía A.C.

Fondo Socioambiental Plurales: impulsando el poder colectivo

¿Conoces el trabajo del Fondo Socioambiental Plurales, nuestra organización miembro de Argentina? Entrevistamos a Marta Esber y Verónica Luna, parte del equipo programático de la organización, quienes nos compartieron la historia de Plurales, sus principales áreas de trabajo y las estrategias que adoptan para enfrentar los desafíos. Para más información, ingresa al sitio web del Fondo Socioambiental Plurales.

¿Pueden contarnos brevemente la historia de la organización?

Somos una organización que nació en el 2001. La crisis social, política y económica de Argentina nos convocó a generar proyectos, acciones, redes y alianzas en pos de defender el acceso a derechos económicos, políticos, sociales y ambientales en el país y la región. En 2006 nos convertimos en Fundación Plurales.

Tenemos sede en Córdoba, Argentina y hacemos acompañamiento técnico–político, desde una perspectiva feminista, a organizaciones de mujeres o mixtas lideradas por mujeres, campesinas, indígenas y de sectores periurbanos en diferentes ecorregiones como chaco, puna y humedales, en Argentina y en Latinoamérica, con actuación en México, Honduras, Guatemala, El Salvador, Perú, Ecuador, Brasil, Bolivia y Paraguay.

En este 2024, nos convertimos en el Fondo Socioambiental Plurales. Esta decisión tiene que ver nuevamente con el contexto de crisis alarmante que nos impulsó a diseñar nuevas estrategias. Queremos apoyar y fortalecer a organizaciones territoriales rurales e indígenas mediante herramientas y soluciones concretas para impulsar el poder colectivo desde el territorio. Son organizaciones y/o grupos que no “encajan” en los perfiles de financiamientos, tan encorsetados, en algunas oportunidades.

Por eso, ahora somos un fondo socioambiental y formamos parte de la Alianza Socioambiental Fondos del Sur. La Alianza reúne a organizaciones de larga trayectoria como Fundo Casa Socioambiental en Brasil, Fondo Acción Solidaria en México, Fundación Tierra Viva en América Central, Samdhana Institute en Sudeste de Asia, Fundación Semilla en Bolivia, Fondo Socioambiental Perú, Emerger Fondo Socioambiental en Colombia, Red de Comunidades Rurales en Argentina, Fondo Ñeque en Ecuador y Fundo Tindzila en Mozambique.

¿Cuáles son las principales líneas de trabajo de la organización?

Plurales se constituye como una persona jurídica sin fines de lucro cuya visión es contribuir a la consolidación de “comunidades democráticas” reforzando el respeto por la diversidad, la equidad y la solidaridad, incorporando la justicia ambiental y de género como pilares socio-territoriales. Comunidades en donde cada ser humano sea protagonista libre y responsable, co-actor de construcciones colectivas en el marco de un desarrollo humano sustentable.

En este sentido, nuestra organización tiene como finalidad conformar y fortalecer tiempos, espacios y equipos de trabajo para:

  • Generar condiciones, reflexiones y acciones que contribuyan a impulsar el acceso a derechos socioambientales de las personas, sus organizaciones y comunidades.
  • Promover la Justicia de género en todas sus dimensiones y favorecer la equidad en la sociedad a través de proyectos y estrategias de intervención o comunicación.
  • Acompañar alternativas de transformación a través de las distintas dimensiones de la cultura y de la educación.
  • Fortalecer lo público, favoreciendo una comprensión crítica, solidaria y global de los problemas.
  • Favorecer el intercambio y la cooperación entre personas, comunidades, regiones, provincias, el país y el mundo, principalmente en el sur global.

Para llegar a estos objetivos, nuestras líneas de trabajo actuales son:

  • La promoción de la justicia ambiental y de género. Considerando que la justicia ambiental no se puede lograr sin la justicia de género, trabajamos para asegurar el respeto de los derechos de las mujeres, incluido su acceso y control sobre los bienes naturales, aplicando de manera transversal un enfoque feminista. En esta línea de trabajo, actuamos junto a la Escuela Feminista para la Acción Climática (EFAC) y a la Plataforma Feminista por la Tierra y los Territorios (FLP), además de promover que comunidades y organizaciones de activistas y defensoras/es del ambiente y el territorio accedan a herramientas de comunicación para la incidencia y amplifiquen sus voces en defensa de los territorios, por medio de proyectos como el documental Litio, el micro documental Guardianas del Territorio y los podcasts Después del Fuego y Hablemos del Campo, entre otros más.
  • El fondo de apoyo socioambiental para la asignación directa y flexible de fondos que fortalezcan las capacidades de organizaciones y comunidades en la toma de decisiones de manera autónoma y realicen acciones basadas en sus prácticas y acorde a su contexto específico.  Lo anterior se concreta a partir de tres líneas de financiamiento: apoyo a activistas y defensoras/es del ambiente en su trabajo de incidencia para la transformación; promoción de soluciones climáticas justas con perspectiva de género; y fondos urgentes para personas activistas.
  • La promoción del poder colectivo de comunidades y organizaciones de activistas y defensoras/es del ambiente y el territorio mediante el desarrollo de mejores capacidades de incidencia a escala nacional, regional y global Para eso realizamos acciones junto a ENI Argentina, Tierra y ODS y la plataforma Defensoras Ambientales.

¿Cuáles son los principales desafíos que enfrentan y cómo resisten y se organizan?

Enfrentamos múltiples desafíos en un escenario global de disputa entre los intereses del modelo económico extractivista y la lucha de los pueblos por su conservación para el sostenimiento de la vida. Por todo el mundo los recursos naturales se concentran bajo el poder de grandes grupos económicos y en Argentina, así como en otras partes, nos encontramos frente a un entorno político adverso, caracterizado por un gobierno y políticas públicas de extrema derecha.

Las comunidades locales, ya marginalizadas, enfrentan una alta vulnerabilidad y criminalización. Además, las mujeres suelen ocupar un lugar subalterno en la cultura patriarcal, con dificultades para organizarse y participar plenamente en la vida pública.

En este contexto, trabajamos para fortalecer la resiliencia de las comunidades en su lucha por la justicia y la sostenibilidad. Los principales desafíos a los que nos enfrentamos en estos tiempos son ampliar estrategias de trabajo, enfocando todas nuestras acciones en acompañar de forma directa a las comunidades y organizaciones locales en sus acciones de defensa y protección de las personas y el ecosistema donde habitan.

Así, resistimos promoviendo el poder colectivo de comunidades y organizaciones de activistas y defensoras/es del ambiente y el territorio mediante el desarrollo de mejores capacidades de incidencia a escala nacional, regional y global.

Tenemos más de 20 años de trabajo en territorio y sabemos que en muchas ocasiones, las intervenciones mediante el sistema de proyectos y programas no alcanzan para dar respuesta a las demandas y necesidades de fortalecimiento e incidencia de las comunidades y organizaciones locales, rurales e indígenas.

Los proyectos de ayuda al desarrollo y cooperación internacional imponen marcos institucionales muy rígidos y ajenos a las realidades de las organizaciones y comunidades territoriales. Esto se agrava con las condiciones de contexto complejas de las comunidades locales: son las primeras en sufrir los desastres naturales, el impacto de la crisis climática y la vulneración de derechos.

Por eso estamos trabajando en la asignación directa y flexible de fondos que fortalezcan las capacidades de las comunidades locales para que tomen decisiones de manera autónoma y realicen acciones basadas en sus prácticas y saberes, adaptados a su contexto específico.

A través de las líneas de trabajo mencionadas arriba buscamos enfrentar estos desafíos y promover la Justicia Ambiental y de Género bajo un enfoque feminista.

¿Cómo la Plataforma Feminista por la Tierra y los Territorios contribuye al trabajo de Plurales?

Es muy importante para Plurales pertenecer a una red global, con una mirada local, pero a la vez regional, para hacer incidencia desde los territorios, con las organizaciones y principalmente con las mujeres. Esto nos posibilita trabajar y visibilizar no solo las problemáticas sino también todas las potencialidades que se entretejen con otras organizaciones.

El trabajo en red, la estrategia colectiva y el intercambio con otres para la incidencia política en distintos niveles son importantes contribuciones de la Plataforma para nuestro trabajo.

Ser parte constitutiva de un espacio político nos permite visualizar las acciones que hacemos de manera particular con la perspectiva del sur global, compartiendo nuestros aprendizajes y aprendiendo con nuestras compañeras

Junto a las demás organizaciones que componen la FLP, intercambiamos estrategias, acciones, agendas, alianzas y experiencias colectivas con perspectiva feminista para expandir los derechos de las mujeres a la tierra y los territorios y garantizar la sustentabilidad ambiental y condiciones de vida digna.

Nuestra razón de existir coincide con la de la Plataforma, que es un importante espacio estratégico para construir alianzas y abordar las prácticas opresivas y las normas sociales en dirección a una sociedad justa e igualitaria.

El contexto social, político y económico de nuestros territorios es alarmante y violento. Pero tenemos una certeza: la respuesta siempre es apostar al trabajo colectivo, con la firme convicción de que otros mundos son posibles.

MUDECI: mujeres resistiendo los efectos del patriarcado en México

¿Conoces el trabajo de MUDECI (Mujeres, Democracia y Ciudadanía A.C.), nuestra organización miembro de México? Entrevistamos a su coordinadora general, Elsa María Arroyo Hernández, quien nos compartió la historia de la organización, sus principales áreas de trabajo y las estrategias que adoptan para enfrentar los desafíos. Para más información sobre MUDECI, ingresa a su sitio web y lee nuestro artículo sobre sus mejores prácticas de resiliencia.

¿Puedes contarnos brevemente la historia de la organización?

Nuestra organización se constituyó legalmente en el año 2013 con un grupo de compañeras de la universidad y activistas en el Comité Nacional Independiente Pro-Defensa de Presos, Perseguidos Desaparecidos y exiliados de México. Desde muy jóvenes nos hemos incorporado al activismo civil en México y hemos apoyado las causas más sentidas de la población. Ahora lo hacemos bajo la figura legal de asociación civil, organizadas en MUDECI (Mujeres, Democracia y Ciudadanía A.C.). Sin embargo, es importante decir que nuestro trabajo como activistas viene desde hace más de 37 años.

Somos una organización de la sociedad civil integrada por mujeres que contribuye al mejoramiento social del país, promoviendo el respeto a los derechos humanos de las mujeres y las niñas, así como la construcción de ciudadanía para el fortalecimiento de la democracia.

¿Cuáles son las principales líneas de trabajo de la organización?

Las principales líneas de trabajo de la organización son tres: resiliencia comunitaria climática, empoderamiento económico y prevención de la violencia en contra de las mujeres y las niñas.

En la línea de la resiliencia comunitaria climática fomentamos prácticas agroecológicas y huertos urbanos para la seguridad alimentaria por medio del proyecto “Sembradoras de Esperanza: Huertos Urbanos para la Seguridad Alimentaria y la Resiliencia Comunitaria Climática”, que está enfocado en el conocimiento de las prácticas locales, la promoción de la agricultura urbana, la implementación de la producción de alimentos a pequeña escala y la generación de resiliencia comunitaria y climática. Además, empodera a las pequeñas productoras y a sus comunidades como agentes clave para el cambio. También recatamos la riqueza alimentaria prehispánica a través del evento gastronómico y cultural Festival del Quelite. Además, denunciamos la captura política del agua y su impacto en la vida de las mujeres. Por esta razón solemos decir que el agua tiene rostro de mujer.

En el combate a la violencia contra las mujeres nuestro trabajo está centrado en la prevención de la violencia contra las mujeres y las niñas. Hacemos recorridos urbanos para detectar zonas inseguras para mujeres y niñas y tenemos un programa de capacitación, acompañamiento e intervención territorial para brindar los primeros auxilios legales y psicológicos víctimas de violencia en el Municipio de Ecatepec, que se llama Brigadas Violetas. En él, hicimos un diagnóstico comunitario en cuatro colonias utilizando la metodología de la Organización de las Naciones Unidas sobre ciudades seguras y ganamos la Beca Voces Vitales Contra la Violencia. Estas colonias tienen un alto grado de marginación social, violencia comunitaria y carecen de servicios básicos. El proyecto tiene como objetivo generar redes de apoyo dentro de las comunidades que brinden acompañamiento, asesoría y contención a mujeres víctimas de violencia.

En el empoderamiento económico trabajamos con mujeres sobrevivientes de violencia y las capacitamos para el trabajo a través de nuestro proyecto económico Lonchito, que brinda servicio de alimentación a empresas y organizaciones de la sociedad civil. Los productos son elaborados por mujeres que participan en nuestros talleres de capacitación para el trabajo, lo que permite que tengan un ingreso que refuerza su autonomía económica. Eso contribuye a la erradicación de la violencia contra las mujeres y las niñas, favoreciendo su autonomía para romper con la transmisión intergeneracional de la pobreza de las mujeres.

¿Cuáles son los principales desafíos que enfrenta MUDECI y cómo resisten y se organizan?

Un gran desafío que enfrentamos como organización es que en los últimos años en México no hay apoyos económicos para las organizaciones de la sociedad civil. Además de esto, no se considera a las organizaciones de base como sujetas para recibir financiamiento e implementar proyectos de cooperación técnica. Es común que exista la percepción de que las organizaciones comunitarias de base somos proyectos y no agentes de cambio.

En este escenario, nosotras siempre le hemos apostado más a la sostenibilidad de la organización en lugar de depender de financiamientos por parte de alguna entidad, y por eso tenemos nuestro proyecto económico Lonchito. Además de empoderar a las mujeres, las ganancias de este proyecto también son destinadas a los diversos programas de nuestra estructura, contribuyendo a la sustentabilidad de nuestra organización.

Tener el proyecto Lonchito como parte de nuestra sustentabilidad durante hace más de 11 años nos ha permitido tener independencia con respecto a los proyectos que implementamos y a nuestras posturas políticas, ya que no requerimos de financiamientos gubernamentales para nuestras actividades

Otro desafío es la mercantilización de los sistemas alimentarios, que junto a otros factores conlleva a la inseguridad alimentaria de muchas comunidades. Por eso el proyecto Sembradoras de Esperanza, que consiste en el desarrollo y mantenimiento de huertos urbanos, es también una forma de resistencia.

Con este proyecto promovemos el fortalecimiento comunitario, la mejora del paisaje, la habitabilidad urbana, el ocio, la educación ambiental, el uso del agua de la lluvia y la apropiación de los espacios públicos, además de fortalecer el entendimiento de que el derecho a la tierra es clave para preservar los diversos sistemas alimentarios locales.

¿Cómo la Plataforma Feminista por la Tierra y los Territorios contribuye al trabajo de MUDECI?

La incorporación a la Plataforma Feminista por la Tierra y los Territorios (FLP) es muy importante para MUDECI porque nos visibiliza a nivel internacional, y también tiene un impacto en el trabajo local y nacional que nuestra organización realiza en México. Desde nuestra incorporación nos invitan a eventos, algunas compañeras y organizaciones nos piden opinión sobre asuntos que les afectan, y si postulamos a consejos técnicos de dependencias gubernamentales tenemos más posibilidades de ser aceptadas.

Pocas organizaciones de base como la nuestra tienen la oportunidad de pertenecer a una red internacional como lo es la Plataforma, lo que nos permite visibilizar el trabajo y también nos da renombre.

Asimismo, la FLP para nosotras ha representado conocer la trayectoria de quienes la integran. Hemos tenido muchos intercambios de experiencias, pero también de asesoría técnica al conocer del trabajo de las otras compañeras. Ese proceso nos brinda con una visión más amplia y posibilita que ahora tengamos una mirada global del trabajo que realizamos.

Gracias a la FLP logramos también participar en eventos internacionales. Consideramos que es una forma de capacitarnos y prepararnos, y esto nos permite conocer experiencias de trabajo de otros países. Para nosotras eso es importante porque nos permite revisar los proyectos que implementamos a nivel local en nuestras comunidades para fortalecerlos, ampliarlos y corregir lo que no se esté haciendo de la mejor manera.

El apoyo económico que nos posibilita la FLP ha servido para consolidar nuestras prácticas y también para sistematizarlas, tenerlas escritas, en video, etc. También ha sido muy importante porque ha permitido avanzar y visibilizar los proyectos que tenemos en México, como es Sembradoras de Esperanza. Con este apoyo, el proyecto ha ido ampliando su ámbito de acción y nos ha permitido ir involucrando más acciones.

Hasta el momento, más de 100 niñas y niños, 120 mujeres y 12 hombres fueron capacitados en prácticas agroecológicas, cunicultura y gallinas de libre pastoreo y duplicamos la meta de servir 1,500 comidas de bajo costo en nuestra cocina comunitaria. El proyecto fue seleccionado por el International Institute for Environment and Development (IIED) como un caso de estudio.

Luna Creciente, feminismos en Ecuador del local al internacional

¿Conoces el trabajo del Movimiento de Mujeres de Sectores Populares Luna Creciente, nuestra organización miembro de Ecuador? Entrevistamos a Clara Merino, directora ejecutiva de la organización, quien nos compartió la historia de Luna Creciente, sus principales áreas de trabajo y las estrategias que adoptan para enfrentar los desafíos. Para más informaciones, lee también nuestro artículo sobre las mejores prácticas de resiliencia de Luna Creciente.

luna creciente

¿Puedes contarnos brevemente la historia de la organización?

En 2000 se organiza en Quito un encuentro de organizaciones de mujeres de sectores empobrecidos. Se prosiguen reuniones, encuentros locales y nacionales, intercambios y visitas en territorios, hasta que, en 2004, con el apoyo de la Fundación de Mujeres Luna Creciente, nace el Movimiento de Mujeres de Sectores Populares del mismo nombre. El movimiento está formado por grupos con diferentes tipos de visiones, acciones, incidencias y composición.

En el proceso de 20 años, con salida de algunas participantes y entrada de otras, el Movimiento Nacional se ha consolidado, con una dirección colectiva, en 6 provincias de Ecuador: Pichicha, Cotopaxi, Loja, Esmeraldas, Sucumbíos y Morona Santiago. Aglutinamos a 6 organizaciones de segundo grado que integran a 322 organizaciones locales.  Sus integrantes tienen diversidades de pueblos/nacionalidades, geográficas (costa, sierra, Amazonía); formas de vida; número de integrantes; etarias; sexo/genéricas e incidencia política.

Esto ha sido posible por un proceso permanente de acción-reflexión-acción sostenido en lo local, provincial y nacional y la participación en espacios más amplios regionales y globales.

¿Cuáles son las principales líneas de trabajo de la organización?

Tomando en cuenta las luchas históricas y coyunturales de las organizaciones de mujeres en sus diversidades, las principales líneas de acción son producto de encuentros, análisis y definiciones colectivas en asambleas, intercambios, análisis y decisiones de las diversidades locales que cocrean posiciones y acciones desde sus realidades locales hacia lo nacional y global.

Si bien las acciones son diversas de acuerdo con las realidades concretas de las organizaciones, las principales son:

  • Fortalecimiento organizativo y formación política feminista, en un proceso permanente, en espacios nacionales y locales para desarrollar prácticas y acciones que conduzcan al fortalecimiento de las organizaciones buscando el desarrollo de pensamiento crítico con elementos conceptuales, metodológicos y políticos, desde sus propias vivencias y sabidurías.
  • Exigibilidad de derechos personales y colectivos, con énfasis en derechos de mujeres, pueblos/nacionalidades, salud integral y defensa de cuerpos, tierras y territorios, con elementos clave de acción-reflexión-acción aplicables a todos los niveles.
  • Defensa de los derechos humanos, fundamentalmente de las mujeres y niñas, con énfasis en derechos económicos, sociales, culturales y políticos.
  • Comunicación alternativa e investigación participativa, con integración de conocimientos propios, históricos y vigentes, para la formulación y expresión de conceptos, códigos y formas comunicacionales propias de difusión y análisis.
  • Acciones conjuntas con organizaciones y movimientos indígenas, negros y populares que acojan las propuestas de las mujeres feministas organizadas en territorios.
  • Trabajo conjunto con coaliciones y plataformas feministas que trabajen por justicia de género y justicia climática.

¿Cuáles son los principales desafíos que enfrenta Luna Creciente y cómo resisten y se organizan?

Nuestras principales líneas de acción atienden a los desafíos planteados. Entre ellos destacamos el empobrecimiento creciente de la población, más grave en mujeres, jóvenes, niñas y niños, que obedece a la implementación del “necroliberalismo” y se implementa a nivel nacional y global con algunas excepciones en países que lo resisten.

Como efecto hay brechas crecientes de desigualdades para condiciones de vida digna, graves violaciones de derechos humanos y de las mujeres y destrucción de la naturaleza con el avance brutal de extractivismos, sobre todo mineros, petroleros y agroindustriales, y la destrucción del hábitat de las comunidades y pueblos.

Esta realidad conlleva a situaciones extremas, tales como: i) la migración creciente en condiciones inhumanas y peligrosas, que también ocasionan que las pequeñas producciones agrícolas vayan quedando en manos de mujeres envejecidas; ii) violencias crecientes y declaración de “estado de guerra interna” con persecución y agresiones a los movimientos sociales y a defensores y defensoras de la naturaleza; iii) falta de recursos económicos y de subsistencia para las mujeres empobrecidas, sus organizaciones y el Movimiento, iv) dificultades para conexión y comunicaciones, agravadas por cortes de electricidad.

Frente a los graves desafíos, el Movimiento resiste y actúa desde múltiples frentes de resistencia, entre ellos:

Accionamos el comunitario de las integrantes de las organizaciones y sus entornos, con aportes sobre todo de trabajo comunitario no remunerado y en muy pocas ocasiones con pequeños fondos, cada vez más escasos y decrecientes, y aportes mínimos de la cooperación internacional.

Trabajamos la continuación permanente de formación política feminista y acciones conjuntas con otras organizaciones de mujeres y sociales.

Actuamos con espacios posibles y en condiciones precarias de comunicación presencial y virtual cuando esta es posible entre las mujeres de cada comunidad/organización, entre ellas a nivel provincial y entre las integrantes del Movimiento.

Construimos la permanencia de reuniones y asambleas provinciales y nacionales, presenciales en las ocasiones posibles (cada vez menores por falta de financiamientos) y virtuales de acuerdo con oportunidades de conexión.

Persistimos con la permanencia posible de las Escuelas de Formación Política Feminista; la participación en eventos nacionales y regionales de espacios feministas y de defensa de la naturaleza; aportes y apoyos en propuestas políticas por justicias sociales, políticas, de género y climática.

Enfocamos en la unidad en la diversidad más allá de lo electoral y la incidencia en otros movimientos sociales y feministas.

¿Cómo la Plataforma Feminista por la Tierra y los Territorios contribuye al trabajo de Luna Creciente?

Ser parte de FLP ha permitido a Luna Creciente Ecuador enriquecerse con la participación en análisis políticos y de las realidades de las mujeres empobrecidas organizadas en el Sur Global, desde sus valientes luchas organizativas y apuestas estratégicas.

Esto se ha concretado en sentirnos parte de los sueños y las luchas valientes de otras organizaciones de mujeres en sus territorios y de propuestas conjuntas desarrolladas en varios espacios globales y regionales, entre los cuales destacamos el Encuentro Regional de FLP en América Latina y la presencia en la potente Marcha de las Margaritas, en Brasil, en 2023.

Destacamos también que el conocimiento de las luchas de las organizaciones de mujeres de América Latina, África y Asia nos ha enriquecido en la comprensión de las diferentes realidades, así como en una comprensión más amplia de la realidad internacional y de una visión más totalizadora de los retos de nuestros feminismos.

Los espacios logrados con la pertenencia a FLP han sido clave para nuestro quehacer práctico de defensa de nuestros derechos personales y colectivos, así como para la ampliación y concreción de propuestas de incidencia en políticas públicas locales, nacionales y globales.

Como integrantes de FLP también tenemos participación en importantes espacios de interacción a diferentes niveles, que nos dan oportunidades de compartir vivencias, pensamientos, conocimientos y sueños por mejores vidas para nosotras y nuestros pueblos, mismos que difundimos y enriquecemos desde las vivencias directas de las organizaciones de Ecuador.

Además, FLP nos ofreció un buen apoyo con pequeños fondos en 2022 y 2023 para continuar, con limitaciones por nuestro escaso financiamiento, las escuelas de formación política, nacionales y locales del Movimiento de Mujeres de Sectores Populares, especialmente en temas imprescindibles de Justicias de Género y Justicia Climática, como ejes importantes de nuestro quehacer.

Azul: defendiendo los derechos del pueblo Amazigh en todo el mundo

¿Conoces el trabajo de Azul, nuestra organización miembro de Marruecos? Entrevistamos a una de sus fundadoras, Amina Amharech, quien nos compartió la historia de la organización, sus principales áreas de trabajo y las estrategias que adoptan para enfrentar los desafíos. Para saber más sobre Azul, lea nuestro artículo sobre una de sus mejores prácticas de resiliencia.

¿Puedes contarnos brevemente la historia de la organización?

En 2012, algunos amigos y yo éramos miembros de un grupo de Facebook dedicado a la poesía Amazigh, que es un elemento esencial de nuestra cultura. La poesía es para nosotras/os un medio para expresarnos y describir nuestra vida, nuestras condiciones socioeconómicas y nuestra cosmovisión. Lamentablemente, cada vez que intentábamos discutir un tema y analizar los textos para entender sus contextos, el administrador del grupo de Facebook decía: “No digas eso, porque eso es político”.

Había mucha censura, así que en 2013 decidimos dejar ese grupo y crear otro en el que cada persona Amazigh pudiera venir, compartir, debatir, decir lo que piensa sobre la situación actual y contar sus historias, así como las historias de sus comunidades y familias y de las tribus.

A partir de ese momento empezamos a realmente analizar la situación, las condiciones, los hechos históricos y los fenómenos socioeconómicos que nos afectan. También comenzamos a hablar de por qué los Amazigh nos sentíamos mal con nosotras/os mismas/os y por qué hay tanta discriminación, pobreza y exclusión socioeconómica de las y los Amazigh que viven en las montañas y en el campo.

También hablamos de la colonización, de lo que trajo el Protectorado sobre Marruecos en términos de organización administrativa y cambios en la legislación, ignorando las leyes Amazigh, y de cómo fuimos despojadas/os gradualmente de nuestras tierras a través de leyes extranjeras.

Luego planteamos la cuestión de nuestra responsabilidad, es decir, cómo nosotras/os del pueblo Amazigh debemos reaccionar y qué podemos hacer contra esta exclusión y discriminación. A través del grupo realizamos campañas de solidaridad con comunidades que estaban pasando por dificultades y campañas de resistencia de los saberes ancestrales, entre otras acciones en las que cada persona ayudó con lo que pudo.

En 2016, fui a Ginebra para participar en el Mecanismo de Expertos de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (MEDPI/EMRIP) e hice declaraciones sobre la situación de los Amazigh en Marruecos tal como la entendíamos colectivamente en el grupo.

Llegamos a la conclusión de que las leyes nacionales no podían proteger al pueblo Amazigh y, por tanto, teníamos que buscar otro enfoque. Elegimos el camino de las Naciones Unidas y la defensa de derechos a nivel internacional.

A partir del grupo de Facebook, pasamos a funcionar como una red Amazigh donde había personas con roles institucionales con las cuales organizamos conferencias, reuniones y acciones conjuntas, pero también activistas de base sin rol institucional que deseaban defender su identidad y sus derechos de la mejor forma posible.

¿Cuáles son las principales líneas de trabajo de la organización?

Las principales áreas de trabajo de Azul surgen de las reflexiones realizadas por el grupo y las prioridades que surgieron del mismo.

Hay temas principales, como el derecho a la tierra y a los recursos naturales, que son elementos esenciales para las y los Amazigh como pueblo indígena. Pero también hay otros igualmente importantes, como hacer frente a la discriminación lingüística, la marginación socioeconómica, la falta de acceso a la salud y a la educación, la denegación de los registros de nacimiento con nombres Amazigh, el aislamiento… Todas consecuencias de leyes nacionales de inspiración colonialista y neocolonialista.

Los problemas que enfrentamos son acumulativos y están interconectados. Una persona Amazigh cuya tierra ha sido expropiada es una persona desarraigada y una víctima vulnerable de la asimilación forzada.

Por supuesto, siempre que hablamos de los derechos del pueblo Amazigh, hablamos de las mujeres, que están en el centro de nuestros derechos colectivos, y de los jóvenes, que son nuestro futuro. Las mujeres son las más afectadas por las consecuencias de las políticas pasadas y actuales y por la discriminación institucional, religiosa y socioeconómica.

Nuestra red cubre prácticamente toda la región de Marruecos, pero entre nosotras/os también hay Amazigh de Túnez, Argelia, Libia y de la diáspora, así como amigas y amigos extranjeras/os que apoyan nuestra causa.

Algo que es muy importante para nosotras/os es seguir escuchando a las comunidades y asegurarnos de que nadie se sienta sola/o o aislada/o. El colonialismo siempre se ha construido sobre el principio de “divide y vencerás” y debemos permanecer unidas en solidaridad unas con las otras y en torno a nuestra causa.

Cuando las comunidades están aisladas y la información no circula, las personas pueden ser expropiadas en un tiempo récord. Nuestro papel en Azul es mantenernos informada/os por los miembros de la red y procesar la información recibida antes de publicarla para movilizar la opinión pública o utilizarla en la incidencia política.

Además de utilizar las redes sociales, que nos permiten comunicarnos y mantenernos informadas/os, en ocasiones viajamos y salimos a visitar comunidades. Mientras tanto, permanecemos vigilantes y preservamos nuestra seguridad, lo cual es una enorme responsabilidad.

¿Cuáles son los principales desafíos que enfrenta Azul y cómo resisten y se organizan?

Como ocurre con todos los pueblos indígenas del mundo, los desafíos enfrentados por Azul y por el pueblo Amazigh son múltiples. Porque cuando hablamos de tierra hablamos de empoderamiento, de derechos socioeconómicos, de preservación de conocimientos, de tradiciones, de los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible), de cambio climático, de ecosistemas, de biodiversidad, de desplazamientos forzados e inmigración.

Para comprender los desafíos, debemos ver las cosas desde un punto de vista global y multidimensional. Cuando hablamos de pérdida de derechos sobre tierras y territorios, esto implica inevitablemente la pérdida de formas de vida, cultura, lengua y también la pérdida de identidad.

Sin el derecho a gestionar nuestros recursos naturales, no podemos ser económicamente autónomas/os, ni garantizar la sostenibilidad de estos recursos, que están en peligro de extinción.

Nos enfrentamos al cambio climático y a las consecuencias de las actividades extractivas y de las políticas públicas agrícolas que consumen mucha agua y, sobre todo, de las leyes colonialistas que nos desposeyeron durante más de un siglo y dañan el funcionamiento de la sociedad Amazigh, que es tradicionalmente matriarcal.

Muchas cosas se han perdido en nuestra cultura, como los conocimientos tradicionales y los sistemas de gobernanza y gestión del pueblo Amazigh. Y entre las formas de resistencia para afrontar estos desafíos, consideramos fundamental practicar la solidaridad, que es uno de nuestros valores.

A través de Azul organizamos operaciones y campañas solidarias para apoyar a comunidades en situaciones difíciles y también para revivir conocimientos ancestrales como el trabajo con la lana y la “Tiwiza” (trabajo comunitario) en el campo, ayudando a pequeñas/os agricultoras/es a preservar semillas endémicas y evitar los transgénicos.

Otro desafío importante es la seguridad de las comunidades y la protección de las y los defensoras/es de los derechos humanos. Desde la pandemia, hemos visto un retroceso en materia de derechos humanos que pesa mucho en nuestra vida diaria.

Todos estos desafíos no nos desaniman. Nos permiten tener aún más fuerzas para seguir luchando por nuestros derechos y no dejar como legado a nuestras/os hijas/os los mismos traumas que vivimos. Esta esperanza de una vida mejor para las generaciones futuras nos mantiene vivas/os y es nuestra fuerza motriz.

Gracias a nuestra incidencia internacional, pero también gracias a los valores transmitidos por Azul y todos sus integrantes (los “Azuliens”), hoy tenemos muchas/os amigas/os de todo el mundo que se solidarizan con nosotras/os, valoran lo que hacemos, nos apoyan y respetan nuestra lucha.

Esta solidaridad también es muy importante para nosotras/os. Somos un pueblo pacifista y nos solidarizamos con todas las personas de la Tierra que viven lo mismo que nosotras/os. Nuestras condiciones nos acercan a otros pueblos indígenas de todo el mundo, a quienes nos unimos para defender sus derechos a nivel global. A pesar de las diferencias de idiomas, regiones, religiones, colores, países, etc., enfrentamos problemas similares a los de otros pueblos indígenas.

El último desafío está vinculado al contexto postpandemia de Covid, cuando vimos la regresión de los derechos de los pueblos indígenas, pero también de todos los derechos humanos y comunitarios. Una crisis combinada con la crisis económica que enfrentan las familias. Esto lleva inevitablemente a muchas personas a volverse cada vez más discretas y tratar de pasar desapercibidas. La gente teme por su seguridad y lo entendemos muy bien.

Para afrontar todos estos retos, trabajamos duro en la creación de redes. Hoy tenemos fuertes alianzas internacionales y buenas relaciones con otras organizaciones. También ponemos nuestro conocimiento y experiencia a disposición de otras organizaciones e investigadoras/es universitarias/os que estudian temas que nos interesan.

Por ejemplo, trabajamos en asociación con la plataforma Traab, liderada por la doctora en sociología Soraya El Kahlaoui, quien desarrolla un importante trabajo en temas de tierra. En este proyecto, que consiste en una aplicación para mapear casos de expropiación, recopilamos información sobre conflictos de tierras para identificar comunidades afectadas, mapear el problema de manera integral y amplificar las voces de las comunidades desplazadas. De esta manera, abordamos el problema de la falta de datos sobre el tema y permitimos que las mujeres, en particular, hagan escuchar sus demandas.

También contribuimos con información a relatoras/es especiales e informes nacionales e internacionales, como el Examen Periódico Universal (EPU) de las Naciones Unidas, con aportes sobre los derechos del pueblo Amazigh.

Estos informes son una excelente alternativa ante la falta de recursos financieros y nos permiten mantenernos conectadas/os, activas/os y proactivas/os, evitando tanto tener gastos como poner en riesgo a personas defensoras de derechos humanos. No olvidemos que nuestra hermana Kamira Nait Sid sigue encarcelada en Argelia por defender la causa Amazigh.

Para prevenir este tipo de incriminaciones abusivas nos remitimos a la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, que hasta la fecha es el único texto legal global que defiende nuestros derechos, además del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Recomendación General 39 de la CEDAW para mujeres y niñas indígenas.

¿Cómo la Plataforma Feminista por la Tierra y los Territorios contribuye al trabajo de Azul?

Por supuesto, así como hay desafíos, siempre hay oportunidades, como ser parte de redes y plataformas internacionales que nos dan visibilidad y nos permiten conocer otras organizaciones que viven los mismos problemas y con quienes intercambiamos conocimientos, experiencias y buenas prácticas.

Azul se unió a su primera red internacional, la International Land Coalition/Coalición Internacional para el Acceso a la Tierra (ILC), en 2018. Cuando me hice parte del consejo global, conocí a Patrícia Chaves, de Espaço Feminista (Brasil). Esto nos permitió debatir la cuestión de género y los derechos de las mujeres a la tierra y los territorios.

Reflexionamos mucho desde nuestra perspectiva como mujeres que trabajamos con las comunidades y conocemos la lucha diaria, y sobre cómo brindar soluciones concretas para quienes viven las mismas situaciones que nosotras.

Así nació la Plataforma Feminista por la Tierra y los Territorios (FLP), para convertirse en un espacio que respete este enfoque “de abajo hacia arriba”, que pocas veces se respeta en el mundo. Generalmente las decisiones no se toman a nivel comunitario, sino que las dictan organizaciones muy grandes o a nivel global, lo que distorsiona la lógica. Hemos querido cambiar eso.

Hoy la FLP es una concreción de esta nueva forma de ver los problemas de las mujeres en el contexto de la justicia de género y los derechos a la tierra para mejorar las condiciones socioeconómicas de las mujeres: es una demanda política para, por y con las mujeres.

La Plataforma también nos ha brindado un espacio que pone en valor nuestra experiencia. Azul está más enfocada en el trabajo de incidencia a nivel internacional, ya que las leyes nacionales no nos protegen. Desde 2016, hemos adquirido y desarrollado un conjunto de mecanismos y conocimientos en materia de legislación, derecho internacional y medios para proteger y defender los derechos de los pueblos indígenas y de las mujeres a la tierra, los territorios y los recursos naturales en un contexto de inmigración y cambio climático.

Ponemos este conocimiento al alcance y al servicio de nuestras hermanas de la Plataforma Feminista por la Tierra y los Territorios, pero al mismo tiempo aprendemos mucho de ellas, porque cada organización tiene un área de especialización. Nuestra riqueza proviene de nuestras diversidades, que están llenas de similitudes entre los problemas que enfrentan los pueblos originarios.

Azul se enorgullece de ser miembro fundador de la FLP, de compartir su visión y trabajar por sus objetivos de justicia y equidad en los derechos en general y en los derechos a la tierra en particular. La tierra y las mujeres son muy importantes en la cultura Amazigh; de hecho, la misma palabra, Tamazighte, significa tierra, lengua y mujer. Esto demuestra que tenemos todo el espíritu de la Plataforma Feminista por la Tierra y los Territorios en nuestra cultura y esto es simplemente extraordinario para nosotras/os.

Las buenas prácticas de resiliencia de Ubinig (Bangladesh)

Prácticas agroecológicas de Nayakrishi y preservación de la riqueza de semillas” es una práctica inspiradora desarrollada en Bangladesh por UBINIG (Policy Research for Development Alternative), una de las organizaciones que componen la Plataforma Feminista por la Tierra y los Territorios (FLP).

UBINIG dirige el Nayakrishi Andolon, un nuevo movimiento agrícola que practica la agricultura basada en la biodiversidad y tiene como miembros a más de 300.000 familias de agricultoras y agricultores en todo Bangladesh.

La organización trabaja a nivel de base, ayudando las comunidades a vencer desafíos de sustento y existencia comunitaria en una economía cada vez más globalizada e intensamente competitiva, y también a nivel de políticas públicas, abogando por mejores soluciones a los desafíos que afectan las vidas de la mayoría, especialmente las personas marginadas.

La FLP mapeó algunas de las mejores prácticas de nuestras organizaciones miembro para que otras comunidades y organizaciones puedan aprender y adaptar herramientas y estrategias a sus realidades locales. En este artículo hablaremos de esta que es una de las prácticas inspiradoras desarrolladas en Bangladesh por UBINIG.

Este texto es parte de una serie de publicaciones que detallan las buenas prácticas de cada organización que compone la FLP. ¡Consulta nuestro blog para conocer las demás!

Prácticas agroecológicas de Nayakrishi y preservación de la riqueza de semillas

Este artículo está basado en prácticas que tienen lugar en cinco distritos de Bangladesh: Tangail (zona de llanura inundable), Pabna, Natore & Kushtia (zonas propensas a sequía) y Cox’sbazar (zona costera). Las acciones benefician a más de 80.000 personas que practican agricultura, de las cuales 47.000 son mujeres.

Nayakrishi Andolon es un movimiento de agricultoras basado en la biodiversidad, creado en 1992 y liderado por mujeres. Su práctica sigue 10 principios, entre las cuales está incluida la no utilización de pesticidas ni fertilizantes químicos, ni la extracción de aguas subterráneas. Abogan por el uso de semillas de variedades locales y por la recolección, regeneración e intercambio de semillas entre agricultores.

Hasta ahora, el movimiento ha recolectado más de 2.700 variedades de arroz y 1.000 variedades de otros cultivos, incluidos vegetales, aceite, especias, frutas, etc. También guarda semillas para crisis relacionadas con el cambio climático, tales como inundaciones, sequías y ciclones.

Las semillas se guardan en el Centro Comunitario de Riqueza de Semillas (CSW), creado en 1998 como un sistema institucional para la Red de Semillas Nayakrishi (NSN). “Los principales CSW están ubicados en los centros de UBINIG en Tangail y Pabna. Graneros a nivel de las aldeas también forman parte de los CSW. Los agricultores depositan y reciben semillas de los CSW”, explica Farida Akhter, directora ejecutiva de la UBINIG.

Las comunidades involucradas están compuestas en su mayoría de pequeños agricultores y agricultoras con menos de una hectárea de tierra para cada uno. A través de esta práctica, reciben capacitación periódica sobre conservación de semillas y métodos agroecológicos.

Los que no poseen tierras crían cabras y vacas y trabajan con las agricultoras y los agricultores. Comparten el estiércol y la leche de vaca con las familias terratenientes y a cambio obtienen paja y otros forrajes.

A través de este proyecto, las tierras comunes se preservan y se mantienen libres de productos químicos nocivos, de este modo las mujeres pobres y sin tierras pueden tener acceso a plantas comestibles y al pastoreo del ganado.

Las relaciones comunitarias también se basan en el intercambio de semillas, lo que ayuda a aumentar la diversidad de cultivos. En tiempos de desastres por eventos naturales, las agricultoras y los agricultores comparten las semillas con quienes han perdido sus cultivos y semillas.

Para el desarrollo de esta práctica, la UBINIG está asociada con el Departamento de Extensión Agrícola, los bancos de genes del gobierno de Bangladesh y grupos de mujeres de los 64 distritos del país, que conforman la Red Mujeres y Biodiversidad (Women and Biodiversity Network). Estos grupos trabajan con agricultoras y agricultores en sus respectivas áreas y obtienen las semillas que necesitan de los CSW.

Principales resultados y desafíos

Las agricultoras y los agricultores comenzaron con menos de una hectárea, pero muchos de ellos pudieron ampliar sus tierras con el paso de los años. También se observó que las mujeres sentían la necesidad de comprar tierras a su nombre con los ahorros de la cría de vacas y cabras.

Un resultado importante de estas prácticas agrícolas fue que muchos hogares encabezados por mujeres (divorciadas y viudas jóvenes) pudieron comprar tierras o arrendarlas para cultivarlas y volverse autosuficientes en materia de alimentos, ya que los métodos agroecológicos no requieren dinero para comprar productos químicos como fertilizantes y pesticidas.

“Más personas se están uniendo a este movimiento y las agricultoras están celebrando reuniones sobre semillas e intercambiando conocimientos con diferentes grupos. En febrero de 2024, ellas fueron anfitrionas de una visita de agricultoras y agricultores de Sri Lanka y Myanmar”, añade Akhter.

Ella también señala que las agricultoras de Nayakrishi se han vuelto más conscientes de sus derechos a la tierra y han estado discutiendo sobre ello con más frecuencia. “Ellas también están hablando de los ríos, los cuales ayudan a cultivar variedades locales especiales. Sin embargo, con la contaminación de los ríos, esas posibilidades están desapareciendo”, advierte.

Esta práctica está vinculada a un movimiento más amplio de soberanía alimentaria y de semillas, y Akhter enfatiza que enfrentan muchos desafíos debido al uso de semillas de laboratorio elaboradas por las corporaciones, incluidas las genéticamente modificadas, y al hecho de que no hay apoyo gubernamental para pequeños agricultores y agricultoras.

“La Ley de Semillas del país está hecha para las empresas de elaboración y mejoramiento de semillas; por lo tanto, son violados los derechos de los agricultores. Eso hace con que nuestro movimiento sea importante para las comunidades”, concluye Akhter.

Las buenas prácticas de resiliencia de MUDECI (México)

Sembradoras de Esperanza: Huertos urbanos para la seguridad alimentaria y la resiliencia comunitaria” es una de las mejores prácticas de resiliencia desarrolladas por la organización Mujeres, Democracia y Ciudadanía A.C. (MUDECI), una de las integrantes de la Plataforma Feminista por la Tierra y Territorios (FLP).

MUDECI es una asociación civil mexicana sin fines de lucro, integrada desde el 2013 por mujeres de base con amplia experiencia en trabajo territorial y en el activismo civil. Su misión es asegurar el reconocimiento público para el liderazgo de grupos organizados de mujeres de base en el territorio como agentes de cambio y posicionar a sus organizaciones locales lideradas por mujeres como fuerzas impulsoras en el establecimiento de la agenda pública y la responsabilidad política.

La FLP mapeó algunas de las mejores prácticas de nuestras organizaciones-miembro para que otras comunidades y organizaciones puedan aprender y adaptar herramientas y estrategias a sus realidades locales. En este artículo hablaremos de esta que es una de las prácticas inspiradoras desarrolladas en México por MUDECI.

Este texto es parte de una serie de publicaciones que detallan las buenas prácticas de cada organización que compone la FLP. ¡Consulta nuestro blog para conocer las demás!

Centro de formación en agricultura urbana

Ecatepec, ubicado en las afueras de la Ciudad de México, es un municipio mayoritariamente urbano marcado por la migración interna en el país. En los años 60 y 70 la municipalidad fue fuertemente ocupada por comunidades rurales que buscaban mejores condiciones de vida. Dado que las habitantes originales se dedicaban al cultivo del arroz, se mantiene la tradición de cultivarlo en huertos de traspatio.

Es allí donde MUDECI desarrolla, desde mayo de 2022, un centro de formación en agricultura urbana con el objetivo de enseñar a la población local a cultivar huertos caseros para autoconsumo.

Los huertos urbanos en los patios fueron vistos por MUDECI como una oportunidad para reducir la inseguridad alimentaria en la que se encontraban muchas personas, especialmente aquellas que perdieron sus medios de vida durante la pandemia de COVID 19. De esta manera, pueden tener acceso a alimentos orgánicos y también vender o compartir el excedente de su producción con sus vecinos.

El desarrollo y mantenimiento de huertos urbanos responde a varias necesidades contemporáneas, como el fortalecimiento comunitario, la mejora del paisaje, la habitabilidad urbana, el ocio, la educación ambiental, el uso del agua de la lluvia y la apropiación de los espacios públicos.

También surge del entendimiento de que el derecho a la tierra es clave para preservar los diversos sistemas alimentarios locales, donde el consumo está menos mercantilizado y se valoran los conocimientos y prácticas alimentarias tradicionales.

Este proyecto es resultado del intercambio de experiencias entre mujeres de base de México y Nicaragua y compañeras de base de Toluca, Tejupilco, Estado de México y Jojutla Morelos.

El poder transformador de los huertos urbanos

“Nuestra iniciativa ha contribuido al fortalecimiento de la agricultura urbana como una alternativa viable para la producción de alimentos en espacios reducidos”, dice Elsa María Arroyo Hernández, coordinadora general de MUDECI.

La organización viene logrando un impacto positivo en la comunidad a través de sus diferentes iniciativas, como el proyecto de huertos urbanos, un comedor comunitario, el Huerto Escuela Paulo Freire y la comercialización de productos locales.

Según Hernández, estas iniciativas han contribuido a mejorar la seguridad alimentaria, empoderar a las mujeres, fortalecer la economía local y promover la agricultura urbana y la agroecología. Las mujeres han asumido roles de liderazgo en la planificación e implementación de iniciativas de resiliencia climática.

Las comunidades han diversificado los cultivos que siembran para reducir la dependencia de cultivos sensibles al clima. Se han implementado prácticas agroecológicas como la captura de agua de lluvia, el uso de abonos orgánicos y la siembra de cultivos de cobertura para mejorar la salud del suelo y la resistencia al clima. Además, se han desarrollado sistemas de riego eficientes para optimizar el uso del agua y reducir la vulnerabilidad a la sequía, como en el huerto de hidroponia y en la azotea verde.

Hernández señala que ha sido muy importante la participación de las mujeres de base en la planificación, ejecución y evaluación de las iniciativas, ya que aportaron conocimientos ancestrales heredados de generación en generación.

“Esta ha sido una comunidad agrícola y hay mucho conocimiento sobre la tierra, lo cual se enriqueció y retroalimentó con el aporte de una ingeniera agrónoma que nos apoyó. También es importante el ánimo y la alegría con la que se realizan las actividades de preparación de la tierra, siembra y particularmente el reparto de la cosecha. De esta manera se fortalece el trabajo comunitario para el bien común”, agrega.

Algunos de los resultados obtenidos hasta el momento:

• 100 niñas y niños, 120 mujeres y 12 hombres fueron capacitados en prácticas agroecológicas, cunicultura y gallinas de libre pastoreo.
• El proyecto fue seleccionado por el International Institute for Environment and Development (IIED) como un caso de estudio.
• La organización duplicó la meta de servir 1,500 comidas de bajo costo en su cocina comunitaria.

Como apoyadores en esta práctica, MUDECI cuenta con el Centro de Investigaciones Económicas, Sociales y Tecnológicas en Agronegocios y Agricultura Mundial (CIESTAAM) de la Universidad Autónoma de Chapingo y la Central Campesina Cardenista y la Red de Mujeres Agricultoras, Productoras y Artesanas de México.

Las buenas prácticas de resiliencia de Azul (Marruecos)

La “Aplicación para mapear casos de expoliación” es una práctica desarrollada por Meriem Bentarjem y la Dra. Soraya El Kahlaoui, cofundadora de la plataforma del proyecto Traab, en colaboración con la organización Azul (Marruecos), una de las integrantes de la Plataforma Feminista por la Tierra y Territorios (FLP).

Azul trabaja para devolver a los Amazigh (pueblos indígenas de Marruecos y del norte de África) su condición de ciudadanos de pleno derecho, frente a su actual falta de poder de decisión y soberanía sobre su patrimonio tangible e intangible.

Su misión es sensibilizar y movilizar a la población para enfrentar los problemas relacionados con la tierra, los recursos naturales, las desigualdades socioeconómicas y la destrucción de los ecosistemas y sus consecuencias para los individuos y las comunidades.

La FLP mapeó algunas de las mejores prácticas de nuestras organizaciones-miembro para que otras comunidades y organizaciones puedan aprender y adaptar herramientas y estrategias a sus realidades locales. En este artículo hablaremos de esta que es una de las prácticas inspiradoras desarrolladas en Marruecos por Azul.

Este texto es parte de una serie de publicaciones que detallan las buenas prácticas de cada organización que compone la FLP. ¡Consulta nuestro blog para conocer las demás!

Aplicación para mapear casos de expoliación

Esta práctica comenzó en abril de 2022 y se está desarrollando en todo el territorio marroquí y en algunas regiones de Túnez donde hay problemas de expoliación y expropiación.

Ella beneficiará a los pueblos indígenas Amazigh de todo Marruecos y a todas las comunidades víctimas de la expropiación de tierras. Las mujeres rurales, conocidas como Soulaliyates, representan una parte considerable de los titulares de derechos sobre tierras colectivas.

La región de Marruecos y el norte de África fue colonizada en su mayor parte por Francia, que ha implementado leyes que los gobiernos continúan aplicando para desposeer a los pueblos indígenas de sus tierras, territorios y recursos naturales.

Durante siglos, el pueblo Amazigh ha desarrollado numerosas prácticas esencialmente relacionadas con la tierra (agricultura), los territorios (ganadería y trashumancia) y los recursos naturales. Sus actividades dependen fundamentalmente de las especificidades y la disponibilidad de los recursos y de un cuidado con la adaptación y la protección de los ecosistemas y la biodiversidad.

La localización espacial del pueblo Amazigh condiciona su forma de vida y su cultura y les confiere su identidad ancestral. Despojar a las personas Amazigh de sus tierras equivale a arrancarlas de su territorio y obligarlas a migrar a otros lugares, y confiscar sus derechos sobre sus recursos las mantiene en la precariedad. Esto las coloca en condiciones vulnerables y las hace fácilmente asimilables.

Las comunidades indígenas de las zonas rurales son, en particular, víctimas de la privatización de las tierras y sus recursos. De manera similar, las comunidades urbanas que viven en barrios marginales y tierras periurbanas también están sujetas a procedimientos de desalojo.

“La proliferación de actos fraudulentos y actividades ilegales es tan grande que en todas las regiones de Marruecos existe lo que se conoce como una ‘mafia de la tierra’, cuyo objetivo es monopolizar la tierra en detrimento de sus legítimos propietarios. Este saqueo encuentra un terreno fértil en la legislación, la impunidad, los juegos de poder, la fragilidad de las comunidades, la ineficiencia de los tribunales, la connivencia de los magistrados y la política agrícola. Todo esto hace que el derecho y la justicia ya no tengan cabida, especialmente en materia de tierra, ya sea para las comunidades o para las mujeres, el último eslabón de una cadena debilitada”, explica Amina Amharech, miembr fundadora de Azul.

Según ella, la principal dificultad hoy en día radica en la falta de una base de datos que pueda registrar todos los casos de despojo para establecer un mapeo exhaustivo de la magnitud del problema, razón por la cual este proyecto fue creado.

Cómo funciona el proyecto

Este proyecto tiene el objetivo de recopilar información sobre conflictos de tierras para identificar las comunidades impactadas, trazar un mapeo integral del problema y ayudar a alzar las voces de las comunidades desposeídas.

A través de la práctica del «contra mapeo», su objetivo es mapear los conflictos territoriales en el norte de África, y principalmente en Marruecos y Túnez, creando una plataforma web de código abierto que combina mapeo interactivo y narración de historias. El proyecto también se basa en el desarrollo de una aplicación para ofrecer una herramienta de código abierto para recogida de datos.

Él tiene dos componentes:

Mapeo de conflictos por las tierras: se espera que unas 50 comunidades se beneficien de la visibilidad de sus reclamos a través de la plataforma web.

• La aplicación: Se capacitará a miembros de la red comunitaria Amazigh de Azul para utilizar la aplicación para recopilar datos sobre conflictos por tierras.

Cabe señalar que se prestará especial atención a la cuestión de las mujeres, que son el grupo social más impactado en cualquier proceso de discriminación y marginación, y particularmente en términos de acceso a la propiedad y la tierra.

Las mujeres rara vez reciben compensación en caso de transferencia de tierras y frecuentemente se encuentran sin una oferta de realojamiento y son excluidas de las negociaciones. El proyecto garantizará que la cuestión de la equidad de género esté representada en el mapeo de los conflictos por la tierra y se centrará en el enfoque de género para construir alternativas.

Gracias a la aplicación, a una base de datos fiable y a un mapeo preciso, las voces de las mujeres serán más audibles y el impacto de la negación de sus derechos será más visible. Este es un paso esencial para cambiar las leyes y apoyar efectivamente las demandas de las mujeres en diferentes niveles, beneficiando así también a toda la red de la FLP.

También es importante señalar que los resultados de este proyecto fortalecerán otras buenas prácticas de Azul, como la incidencia a nivel internacional para el reconocimiento de los derechos de los Amazighs como pueblo indígena, además de ayudar a pedir una revisión de las leyes agrarias.

La oportunidad de desarrollar una segunda fase de este proyecto permitirá a Azul capacitar a las comunidades en la utilización de la aplicación de recolección de datos. Para ello, se organizarán talleres de capacitación con diferentes comunidades priorizándose la formación de investigadoras mujeres.

Azul colabora con la Dra. Soraya El Kahlaoui (becaria Marie Skłodowska-Curie), investigadora principal del proyecto Traab, y sus socios en el proyecto, como la Universidad de Gante.

Para comprender los problemas que enfrenta el pueblo Amazigh, lea este artículo de Amina Amharech en el sitio web de IWGIA (en inglés).

Las mejores prácticas de resiliencia de Espaço Feminista (Brasil)

“Regularización de tierras como garantía de los derechos de las mujeres a la tierra y los territorios” es una de las buenas prácticas de resiliencia desarrollada por la organización Espaço Feminista do Nordeste para a Democracia e Direitos Humanos (Brasil), una de las integrantes de la Plataforma Feminista por la Tierra y Territorios (FLP).

Fundada en 2008, Espaço Feminista actúa en áreas como:

  • Producción de conocimiento sobre la situación de las mujeres, realizando diversos estudios, investigaciones y publicaciones.
  • Procesos de formación orientados a valorar a las mujeres como sujetos autónomos (ciudadanas) y fomentar su participación en los espacios de formulación y seguimiento de políticas públicas.
  • Articulación e incidencia nacional e internacional.

La FLP recientemente mapeó algunas de las mejores prácticas de resiliencia de nuestras organizaciones miembro para que otras organizaciones puedan aprender y adaptar herramientas y estrategias a sus realidades locales. En este artículo hablaremos de una de las prácticas inspiradoras desarrolladas en Brasil por Espaço Feminista (EF).

Este artículo es parte de una serie de publicaciones que detallan las mejores prácticas de cada organización que compone la FLP. ¡Consulta nuestro blog para leer los demás!

Regularización de tierras como garantía de los derechos de las mujeres a la tierra y los territorios

Esta práctica se desarrolla actualmente en el municipio de Bonito, en el estado de Pernambuco (Brasil), en 15 asentamientos informales que fueron creados por el gobierno municipal pero nunca regularizados.

Mediante este trabajo, Espaço Feminista tiene como objetivo abordar la desigualdad de los derechos a la tierra y la vivienda para las mujeres, las familias de bajos ingresos y las madres solteras (o familias de mujeres solas). Por lo tanto, analizan los derechos a la tierra y a la vivienda desde la perspectiva de los derechos de las mujeres a la tierra y los territorios.

“Estamos abordando y analizando todas las consecuencias perversas que la falta de derechos a la tierra y a la vivienda causan, en términos de inseguridad y violencia, en la vida y los medios de vida de las mujeres”, explica Patrícia Chaves, directora ejecutiva de Espaço Feminista.

EF trabaja en asociación con el gobierno municipal de Bonito, con el objetivo de garantizar la seguridad de la tierra a unas 5.000 familias en los 15 asentamientos informales. El trabajo incluye un registro socioeconómico de todas las familias que viven en los asentamientos, un levantamiento topográfico con identificación de cada inmueble, un levantamiento de la infraestructura de los asentamientos y entrevistas individuales para la recolección de datos y documentos.

Espaço Feminista empodera al equipo técnico del programa “Minha Casa é Legal” de la Municipalidad de Bonito en aspectos legales, especialmente sobre cómo garantizar que se dé prioridad a las mujeres en el acceso a la tierra. Además, redacta el proyecto que luego se envía al registro civil. La acción también cuenta con un equipo local que desarrolla talleres de sensibilización con los residentes, respondiendo dudas y orientándolos para asegurar la preferencia a la hora de realizar la titulación.

Hasta el momento se han completado 4 de las 15 áreas dentro del municipio y se están realizando encuestas en otras 5 áreas.

Esta práctica resulta eficaz para garantizar la autonomía, la seguridad territorial y la vivienda de las mujeres y sus familias, especialmente de aquellas que sufren una mayor vulnerabilidad porque tienen un conocimiento muy limitado sobre sus derechos o mantienen relaciones informales con sus parejas. Muchas son segundas esposas y son vulnerables al mercado informal de venta de lotes.

La acción también promueve la autonomía y el empoderamiento de las mujeres en distintos niveles, como la autonomía para decidir sobre su residencia, la garantía de seguridad para las próximas generaciones y el potencial de generar autonomía financiera con la seguridad de la tierra a su nombre.

«Este documento es una bendición. Pensaba que mi casa nunca tendría un documento. Y hoy lo tengo en la mano, ¡Gracias a Dios!», dijo la beneficiaria Maria Madalena da Silva en el siguiente video, realizado por Espacio Feminista:

“Nuestro trabajo es una forma de superar la injusticia que enfrentan las mujeres debido a la informalidad y sus consecuencias, como transacciones informales sin su conocimiento o consentimiento. Además de cuestiones de violencia patrimonial arraigadas en nuestra cultura patriarcal y muy presentes en la vida de las mujeres de bajos ingresos que viven en total informalidad”, agrega Patrícia Chaves.

Algunos de los resultados obtenidos hasta el momento:

  • El 11 de marzo de 2021 se registró la primera zona con 479 propiedades (terrenos y casas) y se entregaron certificados a los moradores, de los cuales el 69% a nombre de mujeres, siendo a título individual o mancomunado.
  • El 11 de marzo de 2022 se entregó la segunda área, esta vez beneficiando a 150 familias, de las cuales el 50% fueron a mujeres como registro individual y otro 35% fueron títulos conjuntos – mujer y hombre – pero de estos, el 69% tenía el nombre de la mujer como primera titular.
  • La tercera área, llamada Frei Damião, fue concluida y gestionada en noviembre de 2022, beneficiando directamente a 741 familias. Más del 70% de los títulos de propiedad tenían a las mujeres como beneficiarias. En esta área el número de madres solteras fue muy alto y EF está desarrollando un análisis de los resultados y creando las condiciones para hacer una evaluación de impacto.
  • La cuarta área, Ben-ti-vi, ha sido concluida. Se entregarán títulos de propiedad a 280 familias, la mayoría mujeres.
  • La práctica está estructurada, muy bien documentada y difundida y ofrece una serie de posibilidades de evaluación futura sobre el impacto directo en la vida de las mujeres y sus familias, especialmente de las mujeres cuidadoras que en muchos casos cuidan a sus nietos para permitir que sus hijas trabajen.

Para más información sobre esta práctica, mira el vídeo en el canal de YouTube de Cadasta:

Actuando junto a Espaço Feminista en esta práctica están el Gobierno Municipal de Bonito; la Fiscalía General del Municipio de Bonito; la Oficina de Registro de Bienes Raíces de Bonito; y el Tribunal de Justicia del Estado de Pernambuco. El trabajo cuenta con el apoyo del Fondo Filantrópico WellSpring, Landesa y Fundación Cadasta.

También te puede interesar leer el artículo en inglés Transforming our cities by addressing gender deficit in land titles in Brazil, publicado por Patrícia Chaves en la página web Urbanet.